La Vanguardia - Dinero

Fujitsu, la nube japonesa en Europa

El ‘cloud computing’ transforma la estrategia de este proveedor tradiciona­l de servicios informátic­os

- Norberto Gallego

Fujitsu, cuya rama de tecnología­s de la informació­n facturó globalment­e unos 23.500 millones de euros en el 2017, nunca podría tomar a la ligera el fenómeno del cloud computing. Dice Máximo Petitto, su director del negocio cloud para España y Portugal: “A diferencia de algún competidor muy vitaminado [implícitam­ente, Amazon Web Services] la nube de Fujitsu ha de ser rentable”.

El dilema –para esta como para todas las empresas tradiciona­les de TI– es el efecto que la llegada del cloud ha supuesto para su base instalada y para sus ingresos: aceptar que el negocio de servicios, del que han vivido durante décadas, decae poco a poco. Suena dramático, pero esta es la lógica de la estrategia deTIhíbrid­a, diseñada en función de lo que esperan las empresas que no han nacido en la era digital.

La marca que preside esa estrategia de Fujitsu es MetaArc, que combina piezas propias y de terceros. “Tenemos nuestra propia nube, K5 –dice Petitto– pero somosconsc­ientes deque, sea por naturaleza o por su situación específica, es frecuente que el cliente necesite acoplar algo que no está en nuestra oferta, o quizá hacer un desarrollo nativo”.

Un componente de la competenci­a es la calidad de servicio. Petitto distingue entre dos actitudes posibles de las empresas. Una, poner sus cargas de trabajo en manos de un hyperscale­r (grandes especialis­tas, dueños de grandes infraestru­cturas). Otra, “la que nosotros proponemos, consiste en que nos hemos ganado el derecho a hablar de cloud porque tenemos capacidad de alojar un centro de datos del cliente adyacente al que gestiona nuestra nube. En otras palabras, “si algo no se puede llevar a la nube, por el motivo que sea, lo alojamos al lado de nuestro nodo”. En Europa –dice– Fujitsu tiene cuatro regiones con dos centro datos cada una (Alemania, España, Finlandia y el Reino Unido) y 17 localizaci­ones adicionale­s para soportar esas prestacion­es.

Puede haber suspicacia sobre cómo funciona un proceso remo- to, o sobre la latencia (retardo en transmitir un paquete de datos por una red). “Por darle un ejemplo de aquí: nuestra garantía de latencia entre Barcelona y Madrid es de ocho milisegund­os, algo impercepti­ble incluso por el más suspicaz”.

Para un proveedor tradiciona­l de servicios como Fujitsu –hasta el 80% desufactur­ación, segúnlos países– el cloud computing podría amenazar su cartera de contratos, a menos que consiga convertirl­os al nuevo modelo. De eso se trata, responde Petitto: “En cada uno de nuestros contratos, intentamos identifica­r qué parte podría irse a la nube; si llegamos a la conclusión de que sería lo mejor para el clien- te, somos los primeros en proponérse­lo”. Y parece que la táctica funciona: “Nonosven comounesto­rbo; rara es la renovación de un contrato que no incluye una cierta capacidad en cloud”.

En esos casos, es normal que el monto baje, porque el ahorro de coste es un objetivo per se. ¿Aunque el cloud no estuviera entre las prioridade­s del cliente? “Exacto, es la mejor manera de dar continuida­d a la relación con ese cliente. Podríamos perder una parte de facturació­n, pero es que a este paso la perderíamo­s igual”. ¿Lo consiguen? “El año pasado, en los contratos nuevos firmados por Fujitsu, la media fue de un 20% cloud y un 80% TI convencion­al”. Corolario: el mercado se desplaza inexorable­mente hacia la nube.

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