Auténticos campeones

Reconozco que también me he dejado llevar por la negativa corriente de nuestro entorno que predomina actualmente en la interpretación de la mayoría de los deportes. Hoy en día lo fundamental es ganar, y poco importan los medios empleados para conseguirlo. Valores como el esfuerzo de superación y el trabajo en equipo, que antaño servían para dar sentido a cualquier actividad deportiva, han pasado a ocupar un discreto segundo plano, ofuscados por la necesidad imperiosa de ser los mejores al precio que sea.

Precisamente, en el universo del motor se ha alimentado con especial intensidad el proceso de perversión que ha transformado la manera de ver las cosas en el deporte. En las carreras sobre ruedas se repite constantemente la sentencia de que el subcampeón es el primero de los perdedores. Derrotar a los pilotos que compiten en otras escuderías es un objetivo fundamental, pero resulta mucho más importante humillar al propio compañero de equipo, que compite con el mismo material técnico.

Para ser más felices, deberíamos admitir el mérito que tiene cualquier deportista, desde el primero hasta el último clasificado, y no menospreciar el esfuerzo cotidiano de cada uno de ellos. Disfrutar de una película como Campeones me parece un ejercicio muy saludable. A mi modo de entender, para ser auténticos campeones del deporte bien entendido, en realidad importa bastante poco el nombre del equipo que gana la final de cualquier campeonato.