Una cuestión de volumen
gulación y en Europa será diferente –augura–; especialmente en las ciudades mediterráneas, que son densas y tienen un espacio público muy limitado, lo que obliga a las administraciones a poner fuertes límites”.
Entre las cuestiones más controvertidas de estas empresas está si su negocio se basa exclusiva o principalmente en los ingresos procedentes de los usuarios, que pagan una cantidad normalmente baja por el tiempo que dura sus trayectos, o si buscan explotar otras actividades como la publicidad –en los propios vehículos o, sobre todo, en la aplicación móvil– o vender los datos de los clientes a terceros. También es clave para que las cuentas cuadren el reducido coste de fabricación de las bicicletas, todas ellas made in China, lo que deja amplios márgenes. El declive de muchas de estas start-ups se está notando en las factorías del gigante asiático. Muchas han tenido que cerrar.
“El siguiente paso enel desarrollo de las bicicletas compartidas en la ciudad no se basará en la adición de más bicis, sino en la gestión inteligente de operaciones y recursos, es- ta es justamente nuestra fortaleza”, destaca MontseSanahuja, deMobike, quelasemanaquevieneseestrenaenl’Hospitalet. “Notenemosque perder de vista que Europa –añade–, más allá del gran potencial que presenta, es un mercado relativamente nuevo para el bikesharing; limitar las bicicletas no tendría que ser el objetivo, sino construir un marcoregulatorio conjunto e inclusivo que promueva un crecimiento sostenible, y es eso por lo que estamos trabajando con los ayuntamientos”.
Las ciudades europeas son prudentes. “En Barcelona somos conscientes de que los nuevos modos de micromovilidad pueden ser beneficiosos, pero queremos identificar bien qué impactos negativos tienen y ver cómo tenemos que ordenarlos para evitarlos”, explica Adriana Malé, coordinadora técnica de la gerencia adjunta de movilidad e infraestructuras del Ayuntamiento de la capital catalana, que está en pleno proceso de definición de una normativa. “En principio –adelanta–, somos partidarios que el aparcamiento se haga en los anclajes en formadeUqueyatenemosylimitar el número, para lo cual seguramente habrá que lanzar una licitación a la que se presenten los candidatos interesados”.
A la espera de Mobike, en Barcelona operan la plataforma danesa Donkey Republic y la californiana Scoot. “Nuestro enfoque no es especulador, sino autosostenible, no buscamos hacernos grandes para que luego nos compren, tenemos vocación de futuro y nos adaptamos a la realidad de la ciudad”, explica Roger Puigví, de esta última compañía, presente en San Francisco y en la capital catalana, desde la que planea expandirse por Europa.