Dejar atrás la austeridad
Los presupuestos del 2019 serán el ensayo para un gobierno progresista en la próxima legislatura
Apesar de la dimisión de la ministra de Sanidad Carmen Montón, y de la “guerra del máster”, ni habrá prórroga presupuestaria ni adelanto electoral. Esta es la convicción que existe tanto en las filas del Gobierno como en las de la oposición. Ahora más que nunca el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, necesita sacar adelante los Presupuestos para el próximo año. Un proyecto cuyo objetivo central será terminar con la austeridad e impulsar el gasto social.
Dado que el Ejecutivo tiene un acuerdo con Bruselas para no incrementar el déficit público más allá del 1,8% del PIB, se subirán los impuestos. Para evitar daños electorales, este incremento de la presión fiscal correrá a cargo de las empresas y de los contribuyentes con mayor poder adquisitivo. El argumento es la necesidad de reequilibrar la salida de la crisis que se hizo a costa de los trabajadores: los ricos cada vez son más ricos mientras que los pobres cada vez son más pobres.
Una parte de este argumentario es cierto. La salida de las recesiones siempre comienza con la recuperación de los beneficios empresariales, que son las inversiones de mañana y el empleo de pasado mañana. Así son las cosas y lo cierto es que han funcionado. En los últimos cuatro años la economía ha venido creciendo a una media del 3% y se han creado dos millones de empleos. Esto ha permitido recuperar la recaudación fiscal de antes de la recesión y reducir a trancas y barrancas el déficit publico y controlar la abultada deuda acumulada. Pero ahora toca repartir, así lo exige la mayor parte de la sociedad que es quien decide quién gobierna.
Además, hay otro argumento de peso. Nosepueden pagar impuestos como en Estados Unidos y tener un estado de bienestar como en Suecia. Hay que elegir. La crisis adelgazó y deterioró muchos servicios básicos como la sanidad, la educación o la dependencia, por no hablar de las pensiones. Ahora se puede aprovechar el incremento delos ingresos por efecto del crecimiento y de la subida de impuestos para repararlo sin dañar el equilibrio presupuestario. Como dice el adagio popular, la derecha crea riqueza y la izquierda la reparte. Estamos en eso y así quedará reflejado en las cuentas de las administraciones públicas del próximo año, coincidiendo con un periodo electoral.
Dicho de otra manera, se acabó la austeridad y comienza la fiesta. Pero ojo, sin tirar cohetes como pretenden desde Podemos. Se trata de repetir la jugada del gobierno portugués del socialista António Costa y que parece que está dando buenos resultados. Un pacto de izquierdas encabezado por el partido socialista y apoyada por el Bloco de Esquerda, el Partido Comunista y Os Verdes. Una alianza para recuperar parte de los derechos destruidos por las exigencias de la troika durante las últimas dos legislaturas.
Para que tal encaje de bolillos sea posible, es necesario que el bloque progresista que votó a favor de la moción de censura con- tra Mariano Rajoy vuelva a hacerlo de nuevo y entre todos saquen adelante los PGE para 2019. Una especie de ensayo general de cara a la próxima legislatura, que es la importante.
El dirigente de Podemos, Pablo Iglesias, sabe que si adopta una posición maximalista e impide que se aprueben los Presupuestos caerá en una gravísima contradic- ción. Obligaría a Sánchez a prorrogar los Presupuestos “austericidas” de Mariano Rajoy que tanto criticaron. Pero lo más grave es que constataría que sólo con el bipartidismo se consigue la estabilidad. Hasta ahora ha sido así. Las consecuencias del multipartidismohansido un país ingobernable. Ante esto, una parte del electorado ha empezado a pensar que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Por tanto, la izquierda nopuedefallar a sus bases que esperan un cambio posible.
Si Podemos no consigue articular un pacto para gobernar con el PSOE y con las demás fuerzas “progresistas”, estará condenado a ser un partido marginal como le ocurrió al PCE de Santiago Carrillo. Para “tocar poder”, Pablo Iglesias tiene que abrir camino ahora y convencer a la opinión pública en general, y a los barones socialistas en particular, que una alianza progresista es la mejor solución para salir de la encrucijada en la que se encuentran España y Catalunya.
En la misma tesitura están los independentistas catalanes y vascos. Si hacen caer al Gobierno Sánchez la alternativa será un gobierno de centro derecha PP-Ciudadanos. Mejor un gobierno Frankenstein que retroceder a los enfrentamientos del pasado y eso sirve tanto para el PDECat como para el PNV.
Demomento, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya ha dado las órdenes para que las líneas maestras de los PGE estén listas antes del 15-O para poder remitirlas a Bruselas. Aunque no será hasta finales de diciembre cuando se lleve el proyecto de ley a las Cortes.
La mejora económica y la fiscalidad deben servir para mejorar el Estado de bienestar perdido Si Podemos no articula un pacto de gobierno con el PSOE estará condenado a ser marginal