‘Banksyed’
La atracción que genera ese “lado oscuro” del mercado del arte fue demasiado intensa para que un artista anónimo, callejero y provocador como Banksy se resistiera. El lector habrá visto y/o leído la singular noticia sobre una obra suya que, tras ser adjudicada en una subasta en Londres por más de un millón de libras, gracias a un mecanismo escondido en el marco y accionado a distancia, se convirtió parcialmente en trizas.
Muchos especialistas dijeron “we were Banksyed!”, hemos sido víctimas de una obra, de una performance, de Banksy. Han surgido cientos de teorías sobre si realmente pudo planearlo años antes cuando vendió la obra, o realmente lo hizo con la implicación de la casa de subastas, Sotheby’s, lo que parece más plausible, pues los vídeos que el artista ha colgado en Instagram crean más dudas. Si no, ¿cómo se explica que los meticulosos conservadores no detectaran ese mecanismo en el marco?
Al margen de si la nueva obra “creada” ha subido de precio, hay dos consideraciones que destacar. Una, cómo el artista es capaz de jugar con los mecanismos del mercado del arte, tensionando sus costuras hasta llevar su crítica y manipulación al límite. Ahí debemos reconocerle todo el mérito. Lo paradójico es que quien lo hace vende obras como Girl with a balloon, 2006 (ahora retitulada Love is in the Bin, 2018) por la tremenda cantidad de 1.042.000 libras. Pero el mercado lo aplaude y lo admira. Dos: Muchos propugnamos un mercado más transparente y que refleje el valor histórico-artístico de las obras. Yestos “montajes”, sin identificar al comprador, no hacen más que oscurecerlo, emitiendo el mensaje de que es posible manipularlo según los intereses de unos pocos. Lástima, porque muchos se han quedado con la idea de que hay una connivencia entre Banksy y la casa de subastas.