El reto de la obsolescencia programada
Las multas a Apple y Samsung cuestionan un práctica que afecta a varios productos de consumo
Tic tac. El tiempo pasa ytodotiene una fecha de caducidad: desde el secador, pasando por la lavadora y hasta los teléfonos móviles. Esta semana la Comisión de la Competencia en Italia multó a Apple y Samsung por “provocar graves disfunciones y reducir de manera significativa las prestaciones con el objetivo se acelerar las sustituciones de sus aparatos”. En realidad, es una larga y vieja historia.
Las crónicas recuerdan que ya en 1924, con el cartel Phoebus, las primeras empresas quefabricaban la bombilla incandescente (entre las cuales estaban Osram, Philips, General Electric) se pusieron de acuerdo para limitar la vida útil a 1.000 horas (la mitad de la que se podría conseguir entonces). La expresión obsolescencia
programada se remonta a 1933, cuando el empresario Bernard Lon don la usó para defender una práctica que, en su lugar, habría contribuido a sacar el país de la Gran Depresión porque de esta manera se incentivarían los consumos.
El caso más paradójico fue el de la química DuPont. En 1940 descubrió el nailon, un tejido ca- si indestructible. Cuando se les ocurrió usarlo para las medias femeninas, las mujeres estaban encantadas, pero los fabricantes un poco menos, porque al no romperse la prenda, sabían que iban a vender menos productos. Así, los ingenieros tuvieron que empezar desde cero y buscar una forma para debilitar el material. Esta historia inspiró incluso una película, The man whith the
white suit (1951), con Alec Guiness. El protagonista descubre investigando un hilo indestructible, pero al cabo de un tiempo tanto los empresarios como los obreros le persiguen y le presionan para que abandone su invento.
El fenómeno es más actual que nunca. El año pasado el Parlamento Europeo pidió que los productos sean más duraderos, ya que el 77% de los ciudadanos de la UE sostiene que preferiría reparar sus productos defectuosos en lugar de comprar otros nuevos. Incluso las Naciones Unidas, en un informe del 2011 exigieron poner freno a esta práctica, al argumentar razones ambientales, porque “existe una evidencia empírica que la vida útil de los productos ha disminuido en las últimas décadas”.