El suelo de Japón
1990
Que las casas son caras en Japón es algo conocido y, de hecho, las hipotecas se conceden por una extensión de un siglo, con lo que las deudas pasan de una generación a otra. Pero el desequilibrio viene de lejos. Por razones geográficas y orográficas, el suelo es un bien preciado en la isla. Así, entre 1956 y el 1986 el precio subió casi un 5.000%. Los bancos nipones, cuando concedían el crédito, exigían como garantía la propiedad del terreno. En los años ochenta, el banco central empezó una política de bajada de tipos para devaluar el yen y relanzar el sector exportador del país. En este contexto, los activos inmobiliarios se convirtieron en la única garantía de los préstamos: la burbuja financiera se sumó a la inmobiliaria. En 1990, las casas en Japón valían cinco veces más que las estadounidenses. Hasta que el banco central dijo basta: subió tipos, y la bolsa, que había subido un 500% en los años ochenta, se desplomó. Las casas en el centro de Tokio se depreciaron hasta un 60%.
El Banco de Japón primero
favoreció la burbuja y luego la pinchó de
golpe