En un camping nudista
Ray Dalio desvela los principios de transparencia radical con los que ha triunfado Bridgewater
No es muy habitual que el fundador de una empresa afirme que ingresar en ella se parece a “cuando te adentras por primera vez en un camping nudista: resulta muy extraño y, para ir más allá, la gente debe sobreponerse a la reacción emocional”. Pero sin duda, pocas empresas son como Bridgewater, el mayor hedge fund del mundo, fundado en 1975 por Ray Dalio, quien en los últimos tiempos intenta pasar las riendas del coloso con ciertas dificultades.
Un coloso cuya cultura corporativa tiene escaso parangón: está basada en lo que Dalio llama sinceridad y transparencia radicales, lo que supone estrategias tan positiva s como crear un ambiente en el que está bien cometer errores –pero resulta inadmisible no aprender de ellos– y otras tan cuestionadas como que los empleados se comprometan con unos principios que les conminan a ser francos, incluso brutales, en sus comentarios a sus colegas. Una empresa donde las conversaciones y reuniones se graban para revisarlas más tarde. O donde los 1.500 empleados disponen en el iPad de una app llamada Dots donde, como si fuera un episodio de la serie distópica Black mirror, se puntúan constantemente del 1 al 10 –por ejemplo, en medio de una conferencia– en más de 100 atributos. Atributos que van de la integridad a la capacidad de síntesis, la auto disciplina o incluso “tomar el toro por los cuernos” o “vivir en la verdad ”.
Dalio (Nueva York, 1949) ha abierto a todo el mundo la filosofía de su efectiva empresa con Principios, libro en el que él mismo lleva a cabo un ejercicio de transparencia con su biografía, incluidos sus fracasos. Sobre todo en 1982, cuando México anunció el impago de su deuda y Dalio vaticinó una gran recesión. Y apostó el dinero a ello. Se iniciaron 18 años de crecimiento no inflacionario y se arruinó. Despidió a toda la plantilla. Y renació aprendiendo de sus errores. Debía evitar que sus emociones le dominaran. Entender el valor de estudiar historia. Desarrollar una apertura de miras radical, buscando a la gente más inteligente que estuviera en desacuerdo con él para entender sus razonamientos. Y ponderar el riesgo para maximizar las ventajas y minimizar las desventajas. Construyendo así Bridgewater como una meritocracia de ideas que valora las opiniones de cada uno en proporción a su mérito y donde todos son duros con los demás para ser sobresalientes.