Jesús Sánchez Quiñones
Del viento de cola, al de cara
Los vientos de cola, que han favorecido el crecimiento económico en los últimos años, se han tornado en vientos de cara que merman la intensidad del crecimiento. La liquidez aportada por los bancos centrales disminuye, los tipos de interés solo pueden subir desde los niveles mínimos históricos, el precio del petróleo escala un 23% desde los mínimos de hace un mes, los niveles de deuda pública de las grandes economías limitan la capacidad de estimular la economía con gasto público. Adicionalmente, las incertidumbres sobre el Brexit y el incierto final de las negociaciones comerciales entre China y EE.UU. intensifican la ralentización del crecimiento.
Los ciclos económicos no han dejado de existir. Nos encontramos en la última fase del ciclo. El pico del crecimiento económico ha quedado atrás. En junio próximo, EE.UU. habrá alcanzado el periodo más largo de crecimiento de los últimos cien años. Una ralentización del crecimiento, tasas de crecimiento económico menor, no implican necesariamente una recesión. El fuerte descenso de las bolsas mundiales durante el cuarto trimestre del pasado año refleja el temor a una brusca caída del crecimiento, e incluso a una recesión en EE.UU.
Afortunadamente, las expectativas de un acuerdo comercial entre China y EE.UU., la sensibilización manifestada por el BCE y la Fed ante los signos de desaceleración y la eliminación, al menos temporal, del riesgo italiano, han permitido a las bolsas europeas recuperar más de un 7% y a las estadounidenses, un 12% desde los mínimos de diciembre.
La continuidad del rebote dependerá, principalmente, de la intensidad de la ralentización económica, condicionada por riesgos como el Brexit y el resultado de las negociaciones comerciales.