Tipos negativos
El debate de las últimas semanas sobre los tipos de interés negativos se centra en su mantenimiento. Hay unanimidad en que fue necesario tomar medidas monetarias expansivas extremas para combatir la crisis y también en la valentía de la autoridad monetaria para hacerlo. Pero la crisis ya se ha superado y el propio Banco Central Europeo advierte, en su papel de supervisor, de los potenciales riesgos de mantener una política monetaria demasiado laxa durante demasiado tiempo.
Quizás se exagera el potencial impacto negativo de los tipos de interés negativos en los resultados de los bancos. En Europa, las entidades han sido capaces de mejorar sus resultados en un escenario adverso. Lo han hecho combinando una reducción de gastos, un aumento de ingresos, ajustes de balance y disminución de la morosidad. La estrategia futura de las entidades se centrará en avanzar en el proceso de digitalización, mejorar su eficiencia, y mantener el crecimiento de sus ingresos y el ajuste de los gastos, así como en crear nuevos productos de mayor valor añadido para el cliente. La vuelta a la normalidad de los tipos de interés ayudaría a la recuperación de los resultados de los bancos. Pero no es imprescindible para alcanzar los objetivos marcados.
Se tiende a subestimar, sin embargo, el riesgo de mantener tipos de interés negativos para el funcionamiento de los mercados financieros y la asignación de recursos, así como para la gestión de ahorro y las expectativas económicas de los agentes. Este escenario genera incertidumbre y profundiza la represión financiera. El presidente del BCE, Mario Draghi, advertía hace poco de la necesidad de extremar la vigilancia sobre los riesgos de la banca en la sombra, al mismo tiempo que valoraba de forma muy positiva los cambios regulatorios y la supervisión estricta a la que están sometidos los bancos.