Construir brevedades
Hay un acuerdo general en que las empresas deben explotar eficientemente sus negocios actuales y explorar los negocios del futuro. La dificultad está en que las agendas de los directivos y los profesionales están copadas por los negocios actuales. El día a día, con sus urgencias y sus problemas inesperados, lo ocupan todo. En muchas empresas la falta de innovación no es por falta de sensibilidad a crear cosas nuevas, es por falta de tiempo. La innovación es poner el futuro en la agenda del presente. Necesitamos vencer resistencias culturales (aversión al riesgo o al “no inventado aquí”) y resistencias de agenda para poder innovar. El problema de la innovación en las empresas no acostumbra a ser que no saben suficiente design thinking o no tienen suficiente creatividad. Esto puede pasar, pero tiene arreglo. Lo realmente difícil es organizarse para innovar sin descuidar nuestros negocios actuales. Lo complejo es superar las inercias de nuestro día a día con nuestros problemas y nuestras prisas habituales. Para innovar hay que sacar la cabeza por la ventana. Las oportunidades vienen de fuera. Si estamos encerrados entre nuestros excels y nuestras reuniones, nunca encontramos el tiempo para salir de ellos y explorar de verdad. Las empresas consistentes saben dar resultados para los negocios de hoy y presentar algo más que excusas en innovación. Crecer y adaptarse. Las dos cosas a la vez.
Explotar el negocio presente y explorar los negocios futuros requiere hacer espacio en las agendas. Debemos perforar las agendas del día a día con la innovación. Muchas empresas y muchos profesionales si no cambian su modo de gestionar el presente no dejarán espacio para poder innovar. Ser más eficientes en nuestro presente es fundamental. Si queremos innovar, debemos hacer espacio en nuestras agendas y aprender a construir brevedades. Nuestro trabajo debe tener mucho más de suma de brevedades eficaces y con sentido que de reuniones inútiles y sinuosidades burocráticas. La brevedad no es una táctica, es estratégica y es un modo de estar.
La brevedad es hablar menos de lo que la gente espera. Es no consumir un tiempo desproporcionado para decir lo que queremos decir. Los pesados son, por el contrario, gente que ocupa un tiempo excesivo para expresar obviedades. Hoy solamente comunican los que superan la necesidad de decirlo todo. La brevedad es una expresión de respeto a los demás y a su tiempo. Piensen en la gente tóxica y verán que no son breves. Son insistentes en su toxicidad. La gente capaz y bondadosa consume menos tiempo de los demás que la gente tóxica.
En las organizaciones el principal terreno de juego de la brevedad son las reuniones. Los que tienen responsabilidades deben dar ejemplo y ser breves cuando dirigen una reunión. Tener un cargo sirve para inspirar, no para cansar. La tarea de los líderes es inspirar y crear perímetros de confianza dónde todo el mundo tenga su espacio. La brevedad permite ofrecer un lugar dónde crecer a los demás. Ejercer la brevedad es practicar una cierta humildad que contiene el ego. Los ostentosos no son breves, usan el tiempo como usan el dinero.
En las reuniones debería haber dos cosas penalizadas. La primera es repetir una idea por enésima vez. La gente que repite una idea cuando ya se ha expresado hasta la saciedad solamente evidencia su incapacidad para no tener más ideas que las expuestas. La segunda es peor, amontonar prolíficamente lugares comunes sin decir nada, pero usando muchas veces las