Saturación informativa
Tanto en el universo de los ordenadores como en el de los teléfonos móviles inteligentes resulta normal que con cada salto de generación se multipliquen la velocidad de procesamiento y la capacidad de almacenamiento de las máquinas. Pero la especie humana, con sus virtudes y sus defectos, es muy distinta, y precisa de un periodo temporal mucho más prolongado para evolucionar como es debido cuando nos referimos a ciertas habilidades de tipo sensorial.
Por mucho que hayamos avanzado durante los últimos años en cuanto a capacidad personal de procesamiento de la información que se presenta antes nuestros ojos, todavía estamos lejos de ser capaces de asimilar el exceso de mensajes latentes que se acumulan por doquier en la mayoría de las carreteras. Y es que la mirada de los conductores tiene que procesar la información derivada de los movimientos realizados por el resto de los vehículos, además de atender a los requerimientos de las cada día más numerosas señales de tráfico.
Existen ciertos puntos especialmente delicados en la red vial de cualquier país, algunos enclaves caracterizados por tal saturación de indicaciones, que requerirían ser vistos por una persona del futuro, dotada con mayores prestaciones lectoras que nosotros, para ser interpretados como es debido. A modo de entrenamiento para las retinas lentas, llevamos bastante tiempo intentando conciliar la velocidad a la que se circula por autopista con los prolongados textos que aparecen en los paneles luminosos.