El raro tesoro de China
Laprimerarevoluciónindustrialsebasóenelcarbón y la máquina de vapor, la segunda , en el petróleo y el motor de combustión interna. Yenelsiglo XXI, en medio de la emergencia climática causada por esas dos poderosas pero contaminantes fuentes energéticas, ha emergido una tercera revolución energética e industrial con la unión del nuevo mundo digital y las tecnologías verdes –aerogeneradores, paneles solares, baterías eléctricas– que está cambiando nuestro mundo pero que oculta un problema. Porque el papel del carbón y el petróleo ha sido sustituido hoy por... los metales raros. Y su extracción y purificación –sus concentraciones son ínfimas– es increíblemente contaminante, en gran medidahoyloscontrola Chinayestáncambiandoya las relaciones internacionales, afirma el periodista Guillaume Pitron en La guerra de los metales raros.
Los nombres de los metales sirven para recordar la tabla periódica: antimonio, bismuto, berilio, galio, niobio, tántalo, vanadio, wolframio... más las tierras raras: neodimio, europio, samario, disprosio, escandio, tulio y tantos otros. Un festival. La cuestión, señala el autor, es quela necesaria emancipacióndelas energías fósiles lleva a una dependencia aún más exageradadelosmetalesraros, porquelarobótica, la inteligencia artificial, las biotecnologías médicasola nanoelectrónica, bases de la economía del futuro, se apoyanenlasfabulosaspropiedadesmagnéticas, catalíticas y ópticas de estos elementos. Yse producen al año 2.000 millones de toneladas de hierro, pero sólo 130.000 toneladas de tierras raras, 15.000 veces menos. Yse purifican 200 toneladas de roca para un solo kilo de lutecio. La contaminación, inmensa.
Si Gran Bretaña tuvo la hegemonía del XIX con el carbón y EE.UU. en el XXcon el petróleo, al embarcarnos en la transición energética nos hemosarrojado a las fauces de China, que es proveedor exclusivo del estratégico club de las tierras raras, de las que la mayoría de industrias no pueden prescindir. Cuando Trump prohibió a Huawei el acceso al mercado estadounidense de telecomunicaciones, Xi Jinping visitó un productor de tierras raras en Jiangxi como señal. Yen los próximos años, dice el autor, la sed de estos elementos llevará desde a la explotación de los océanos hasta la reapertura de minas en Occidente, que mostrarán los costes ecológicos reales de nuestro modo de vida. Incluso de la más limpia.