Algoritmos bajo control
Hola mundo. Un título aparentemente extraño para hablar de algoritmos y de cómo están cambiando nuestras vidas al encontrar trabajo, pareja o al votar. La explicación es sencilla. Y simbólica. La autora de Hola mundo, Hannah Fry, es profesora de matemáticas urbanas en el University College de Londres y famosa por su podcast de ciencia en la BBC. Yempezóaprogramarmuypronto, con unZX Spectrumdesegundamano, desólo8bits. Loprimero que programó de niña fue que apareciera destellante en su pantalla Hola mundo, tal y como Brian Kernighan había detallado en unpopular manual de programación. Kernighan se inspiró en una caricatura con un pollito saliendo de un huevo bajo esas palabras. Hola mundo. Y hoy, dice Fry, no está claro quien es el pollito, si el humano que programa o el ordenador que despierta del sopor de las hojas de cálculo. Para la autora, vivimos un momento en el que los algoritmos informáticos controlan y deciden cada vez más nuestro futuro. La diferencia entre controlador y controlado resulta ya casi imperceptible, y uno no puede existir sin el otro.
Fry recuerda que los algoritmos son las piezas invisibles de código que constituyen los engranajes de la moderna era de las máquinas, y están detrás de las redes sociales, los motores de búsqueda o la navegación por satélite. Hay algoritmos utilizados por la policía para decidir a quién detener y otros que deciden a quién atropella un coche autónomo. Yalgoritmosqueevitanaccidentesaéreosyotrosqueayudan a elegir presidentes. Por supuesto, recuerda Fry, son muy útiles: potencian nuestras habilidades, corrigen nuestros errores, resuelven problemas... y crean otros. Debemos decidir cuándo confiar en una máquina por encima de nuestro juicio y cuándo resistir la tentación. Para eso muestra las entrañas de los algoritmos y de qué autoridad los hemos investido pese a que tienen problemas de privacidad, sesgos parciales, errores... y charlatanes que venden mitos con ellos y aseguran que predecirán si alguien es un terrorista o hallarán nuestro verdadero amor. Reconocer que no son perfectos, concluye, es la clave: diseñarlos para poder ponerlos en cuestión y enmendarloserroresquevanacometer. Paraquehumanos y máquinas vayan de la mano al nuevo mundo.