Swab, estancada
Si la feria Swab no existiera, Barcelona tendría que inventársela. Porque una gran ciudad como la nuestra necesita una feria que dé salida a su talento más emergente y ponga en órbita algunas galerías que todavía no han entrado en el duro circuito de las grandes. Desde sus inicios, la feria no ha estado exenta de polémica, pues muchos han proyectado en Swab las frustraciones de una ciudad que quiere jugar en una liga superior a la que probablemente le corresponde, por lo que meatrevería a decir que, si bien no es la feria de arte de Barcelona, sí es una feria cuyo modelo la ciudad tiene que tener, junto con otras. Como las grandes capitales artísticas.
Hoy cierra las puertas la duodécima edición en el pabellón Italiano de Fira de Barcelona. Visitándola uno se da cuenta que su posicionamiento artístico es claro, el perfil de coleccionistas al que va dirigido está bien definido, la imagen es fresca y hace esfuerzos para ampliar la oferta con actividades paralelas más allá incluso de lo que se le podría pedir, pero si bien el nivel es correcto y se pueden encontrar obras interesantes, la feria peca de falta de ambición y no acaba de encontrar la senda de crecimiento. Qué duda cabe que las galerías hacen un esfuerzo importante para presentar buenas propuestas, pero la feria debería pensar más en grande, superar las minucias locales y apostar por un proyecto más ilusionante.
Swab nació de espaldas a buena parte del sector galerístico local y este le pasó factura. Las instituciones y los medios de comunicación la han apoyado, pero ha generado demasiadas dudas, y esta falta de credibilidad la percibe el coleccionismo. Sin embargo, su tenacidad en generar un mercado, demostrada en los peores años de la crisis, debería hacernos ver que toca apoyar una feria que la ciudad y el sector necesitan. Sería indicativo de que quieren salir de un estancamiento que hace ya demasiados años que dura.