Austen y los líderes
Los grandes estrategas necesitan sentido y sensibilidad, como tituló Jane Austen. “Para ser llevada a cabo con cierta perfección, toda actividad de carácter especial exige cualidades especiales de entendimiento y carácter. Cuando estas cualidades poseen un alto grado de excelencia y se ponen de manifiesto mediante logros extraordinarios, se habla de genio”, escribió Carl von Clausewitz en De la guerra. Para el historiador JohnLewis Gaddis la frase deVonClausewitz habla delos ajustes constantes entre el entendimiento, que nos marca el camino, y el temperamento, que determina cómo se recorre éste. Porque, añade, no existe ninguna gran estrategia que no se vea afectada por lo inesperado.
Gaddis, catedrático de Yale y fundador del famoso programa Brady-Johnson sobre estrategia, publica ahora Grandes estrategias. Un libro que arranca con el reypersaJerjesinvadiendoconunejércitoelefantiásico la antigua Grecia. Suconsejero y tío Artábano ha intentado disuadirle, porque nosólo se enfrenta a guerreros temibles sino a la tierra y el mar para circundarelEgeoporregionesquenoalimentaránaun ejército tan numeroso. Heródoto habló de millón y medio de hombres, pero debieron ser 150.000. Los que desembarcaron el día D. Jerjes escucha a Artábano y objeta: “Si fuese necesario tenerlo todo en cuenta jamás haríamos nada”. Invade Macedonia y toma una Atenas vacía, como Napoleón con Moscú. Los atenienses, dirigidos por Temístocles, enviarán la flota persa a pique en Salamina. Jerjes y Artábano, dice Gaddis, tenían virtudes complementarias.
En la definición de Isaiah Berlin, Jerjes era un erizo, con un sólo gran planteamiento, un gran esquema al mirar el mundo y un sólo límite: sus aspiraciones. Artábano, conlaideadequesinotepreparaspara todo garantizas que algo suceda, era un zorro, alguien que apoya sus predicciones entretejiendo pequeños retales de información. Ninguno habría pasado la prueba del novelista Scott Fitzgerald para tener una inteligencia de primera: “La capacidad de mantener dos puntos de vista opuestos a la vez y seguir funcionando”. Unir el sentido del rumbo del erizo con la sensibilidad del zorro al entorno. Alinear aspiraciones ilimitadas con medios limitados, remata Gaddis, es lo que persigue la gran estrategia.