Espíritu animal
Al hablar de inversiones siempre se dice aquello de “rentabilidades pasadas no presuponen rentabilidades futuras”. Igualmente, situaciones del pasado no tienen por qué suceder de la misma forma ni en momentos similares. No podemos gestionar nuestras carteras mirando por el retrovisor, pero tras 9 meses de subidas generalizadas, el comienzo del último trimestre del año nos hace acordarnos de lo sucedido un año atrás. Octubre comenzaba con caídas por las crecientes dudas sobre la viabilidad de los acuerdos EE.UU.-China y Unión Europea-el Reino Unido.
Muchas veces nos empecinamos en justificarlo por factores más técnicos. Decimos que las valoraciones son altas o que existe un deterioro macroeconómico, que puede ser cierto, pero realmente lo que dirige a los mercados en los últimos tiempos es el sentimiento. Para muestra, en la primera quincena de agosto, las caídas a las que asistimos en los índices americanos cuando los equipos negociadores estadounidenses y chinos rompieron sus conversaciones, fueron del -2,5%. Cuando eran los índices de actividad PMI los que defraudaban en las primeras sesiones de este octubre, las correcciones eran de un 2%, y ya han sido ampliamente recuperadas. El mismo patrón se sigue cuando las sorpresas son positivas. La euforia es mucho mayor cuando se trata de política que cuando se debe a factores puramente económicos. Esta semana comienza la temporada de presentación de resultados corporativos en Estados Unidos. En estos casos, tanto los números presentados (fundamentales) como los comentarios de los gestores sobre las perspectivas de futuro (sentimiento) podrán mover los precios de los valores. Pero lo que nos dice la experiencia reciente es que los llamados animal spirits de los inversores tendrán un papel principal. No le llame fundamentales, cuando quiere decir sentimiento.