Alemania: recuperar el liderazgo europeo
Alemania, la primera economía de la eurozona y cuarta del mundo, ha esquivado a duras penas la recesión técnica –contracción del PIB durante dos trimestres consecutivos– tras registrar en el tercer trimestre un crecimiento del 0,1%. La lectura final apuntó a una mejora de la demanda interna, tanto el consumo de los hogares como el gasto público, pero también del sector exterior, con un repunte del 4,6% en el dato trimestral de exportaciones frente al 1% acumulado en el ejercicio. La Oficina Federal de Estadísticas revisó además a la baja la caída observada en el segundo trimestre, –0,2% frente al –0,1% preliminar.
Con vistas al año en curso, las dificultades por las que atraviesa el sector exterior germano, lastrado por la guerra comercial y su impacto negativo en el comercio, y una producción industrial en declive en el último año y medio, son factores que explican el menor crecimiento esperado, de sólo 0,5% frente al 2,5% registrado hace dos años. En contraste, Alemania demuestra una importante resiliencia en la actividad del sector servicios, impulsada por buenos datos de empleo, y un saludable sector constructor gracias al actual entorno deprimido de tipos que impulsa a los alemanes a invertir en el sector inmobiliario.
La debilidad por la que atraviesa Alemania no debería hacernos olvidar el éxito con el que el país navegó la crisis financiera y económica de la última década. Así, y en clara diferencia con las economías del sur de la eurozona, Alemania presenta datos que atestiguan su liderazgo en la recuperación económica.
Por un lado, la renta per cápita del país, medida en dólares y en paridad de poder adquisitivo, se incrementó un 34% en el periodo 2008-18 frente al 10% de Italia. Más espectacular es la bonanza de su mercado laboral; así, si a finales del 2007 la tasa de paro marcaba un 8,6% y 37 millones de ocupados, el año pasado el desempleo cerró en el 3,4% y la cifra actual de ocupados supera los 45 millones. Además, recordamos el saneado estado de sus cuentas públicas al cierre del 2018, con superávit público equivalente al 1,7% del PIB, récord desde la unificación, y superávit de su balanza por cuenta corriente del 7,3% del PIB.
La buena situación germana de partida, el deterioro de la alianza estratégica europea con Estados Unidos y el Brexit son factores que inciden en la necesidad de un golpe de efecto alemán que revitalice el proyecto europeo. En esta dirección, el ministro de Finanzas germano, Olaf Scholz, se muestra ahora abierto a la posibilidad de completar la unión bancaria mediante el establecimiento de un fondo europeo de garantía de depósitos, gesto que podría ser un buen punto de partida.
El liderazgo alemán deberá también tomar forma en otros proyectos como el embrión de ejército europeo, en estrecha colaboración con Francia, y la propuesta de armonización laboral –incluye salario mínimo homogéneo a escala europea– lanzada por la canciller Merkel, deseosa de finalizar su mandato con ideas que recuerden menos a la austeridad con la que el país manejó la crisis del euro. Nuevas propuestas necesarias para renovar el liderazgo del país en Europa.