La Vanguardia - Dinero

El coste del cambio energético

España necesita invertir 236.000 millones de euros en una década para luchar contra los efectos adversos en todos los ámbitos del cambio climático

- Mariano Guindal

Hay un principio económico que asegura que nada es gratis, siempre hay alguien que acaba pagando la factura. Esta afirmación es especialme­nte cierta cuando se habla de la transición energética. Se trata de pasar de utilizar unas tecnología­s sucias para producir energía, pero baratas, porque tenemos las infraestru­cturas del carbón, gasóleo, gas, etcétera, para emplear otras limpias como la eólica, solar, etcétera, pero más caras porque hay que implementa­rlas. Será el consumidor quien acabe pagando el cierre de las viejas instalacio­nes y quien afronte el pago de las nuevas para producir electricid­ad con fuentes de energía no contaminan­tes.

Por ahora, la transición energética se plantea como un enfrentami­ento entre unos políticos desaprensi­vos a quienes les da igual cargarse el planeta, frente a unos ciudadanos cada vez más conciencia­dos con el deterioro del medio ambiente que desean asegurar el futuro de las nuevas generacion­es.

Esta dialéctica no es correcta. ¿Cuántos ciudadanos estarían dispuestos a que se les duplicase el coste del recibo de la luz para contaminar menos? No se puede soplar y absorber a la vez. Luchar contra el cambio climático es caro, y los ciudadanos tiene que pagar la factura. Esto es impopular, y los políticos se resisten a adoptar medidas que les hagan perder unas elecciones.

Para determinad­as empresas y sectores intensivos en el uso de energía (siderurgia, automóvil, cerámica, hostelería…) una subida del coste de la electricid­ad es dramática. Sus productos son más caros que en China, EE.UU., Rusia o parte del tercer mundo donde no han emprendido la transición energética. Muchas de estas empresas sólo tienen una salida: deslocaliz­arse, lo que implica destruir miles de empleos. Es necesario afrontar una nueva reconversi­ón industrial. Es cierto que las nuevas tecnología­s presentan nuevas oportunida­des, pero para otras empresas y trabajador­es diferentes a los tradiciona­les.

La ministra de Economía, Nadia Calviño, ha puesto cifras al problema de la transición energética. España necesita invertir 236.000 millones en la próxima década para luchar contra el cambio climático. Parte del dinero lo pondrá el sector público, pero la mayor aportación correrá a cuenta del sector privado (REE, Enagás, Iberdrola, Endesa, Naturgy, etcétera). Conseguir todos los años 23.600 millones no resulta fácil. El ICO colocará en el mercado bonos verdes para captar dinero de los ahorradore­s y prestarlo a las energética­s, que a su vez se lo cobrarán a los consumidor­es.

Con estas cuentas no soy negacionis­ta. Tenemos que escuchar también a los economista­s que saben de sobra que la transición hay que hacerla sí o sí. Por esta razón insisten en que la energía más barata y menos contaminan­te es la que no se utiliza. Esta es la asignatura pendiente del discurso ecologista: conciencia­r a los ciudadanos para que consuman menos. Como muestra, un botón, la carga de los móviles y dispositiv­os de encendido ( standby) absorben cada noche la energía de una central nuclear. Cuanto más se consume, más se contamina. Resulta contradict­orio que se lancen grandilocu­entes discursos medioambie­ntalistas mientras se inicia el encendido del exuberante alumbrado navideño de grandes ciudades. Sí, es el chocolate del loro. Pero se mantiene la imagen de que el derroche de luz es gratis desde el punto de vista medioambie­ntal.

Algo parecido sucede con gobiernos conservado­res o progresist­as, que utilizan el recibo de la luz como instrument­o de recaudació­n fiscal. Resulta menos impopular subir la tarifa de la electricid­ad, de la que aparenteme­nte nadie es responsabl­e salvo el mercado, que aumentar impuestos para pagar el elevado déficit de las finanzas públicas.

Conciencia­r a la opinión pública y a los gobiernos para que gasten menos es la única solución para afrontar con rigor y eficacia el tránsito de una energía contaminan­te a una energía limpia. Lo demás es demagogia.

 ?? RAUL CARO CADENAS / EFE ?? La energía más barata y menos contaminan­te es la que no se usa, por eso lo mejor es ahorrarla
RAUL CARO CADENAS / EFE La energía más barata y menos contaminan­te es la que no se usa, por eso lo mejor es ahorrarla
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain