‘Bigtech’, ‘insurtech’, ‘fintech’... ¿y la banca?
El sector bancario vive en una continua transformación. Sólo en el siglo actual ha vivido en la ola de las puntocom, el tsunami de las subprime, la consecuente evolución regulatoria (primero local y sobre todo desde los acuerdos de Basilea con un fuerte componente europeo), un proceso de integración bancaria (que no ha finalizado y que ha disminuido los actores domésticos del mercado), la transformación digital con la visión puesta en adaptar sus canales y productos al cliente; y todo ello en un entorno cada vez más competitivo, en el que la regulación sigue evolucionando, y en el que ahora se le suman modelos de negocio que están avanzando hacia los servicios financieros, como es el caso de las big four tech: GAFA (o big five tech: Gafam), así como las fintech (y/o las insurtech en el negocio de los seguros).
Ante todos estos cambios y evolución del sector, en este artículo me gustaría detenerme en el que, bajo mi punto de vista (regulación aparte), va a impactar y está impactando de forma más relevante en el negocio bancario más tradicional.
Las big four ( five) tech, en mayor o menor medida y con modelos diversos, se están subiendo al tren de los servicios financieros para mejorar la experiencia y obtener un mayor conocimiento de sus clientes. Bien de la mano de la banca (como es el caso de Google con Citibank), o bien a través de la obtención de autorización bancaria, hoy estas compañías ya pueden operar algunos servicios de pagos, transferencias y/o depósitos en el ámbito europeo.
Por otro lado, las fintech están creciendo de forma significativa. Tan sólo en volumen de inversión, el crecimiento producido en los últimos cinco años ha sido de tres dígitos, hasta llegar a los más de 50.000 millones de dólares. Con estructuras más livianas, modelos de decisión más ágiles, tecnologías digitales y con modelos de negocio muy especializados en servicios concretos, la banca tradicional se encuentra inmersa en el reto de transformación más relevante de los vividos hasta la fecha.
En este entorno, los bancos están dando pasos para avanzar y actuar como plataformas con una elevada capacidad de conectividad con otras compañías y otras tecnologías, potenciar sus capacidades analíticas y de inteligencia artificial para conocer mejor al cliente, anticiparse a sus necesidades y poder ofrecer productos y servicios personalizados.
Para alcanzar ese objetivo, no cabe duda de que las entidades deben entender muy bien su entorno (un entorno cada vez más cambiante), definir claramente su propósito y alinear y articular la compañía hacia él, así como potenciar sus ecosistemas de innovación incrementando el nivel de cooperación/ colaboración con terceros. Mirando hacia dentro, deberán romper los silos organizativos, potenciar el talento interno, agilizar los modelos de toma de decisiones, seguir innovando con una visión pragmática y ágil e invertir en flexibilizar su tecnología para hacerla más compatible con su entorno. Todo ello, cómo no, y como siempre, con el cliente en el centro para ofrecerle un servicio diferencial de forma recurrente.