No luchar contra el BCE
Este año ha sido el de menor crecimiento en la última década, y uno de los de mejor comportamiento de las bolsas a escala global en el mismo periodo. Las revalorizaciones superan el 20% en la mayoría de los índices europeos y estadounidenses, con la bolsa americana en máximos históricos.
La sensible ralentización económica a escala global se ha dejado sentir en los beneficios de las empresas cotizadas. Frente a la expectativa a principio de año de subidas de los beneficios en torno a un 10%, tanto en Europa como en Estados Unidos, la realidad apenas refleja crecimiento de beneficios en Europa, e incluso caen mínimamente al otro lado del Atlántico.
La causa del extraordinario comportamiento de las bolsas durante este ejercicio, a pesar del incumplimiento de las previsiones de beneficios, se debe al cambio de orientación de los bancos centrales. Frente a la previsión inicial de tres subidas de tipos por parte de la Reserva Federal, hemos asistido a tres bajadas. Adicionalmente, gran parte de la reducción de su balance aplicada desde finales del 2017 se ha revertido con la compra de 60.000 millones de dólares en letras del Tesoro al mes. En el caso del BCE, se ha pasado del fin de compra de bonos a finales del 2018 y de una previsión de subida de tipos a finales de este 2019, a bajar tipos de interés y poner en marcha un programa de compra de 20.000 millones de euros al mes de forma ilimitada.
Los tres principales bancos centrales (Fed, BCE y Banco de Japón) están inyectando al mes 100.000 millones de dólares a través de la compra de activos. Esta inyección de liquidez, a la vez que mantiene los tipos en niveles ínfimos o negativos, anestesia la volatilidad de los mercados y provoca subida en la valoración de los activos. Feliz Navidad.
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