La Vanguardia - Dinero

El 2019 se recordará como un gran año

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los albores del año, la gran preocupaci­ón, el riesgo de los riesgos para el crecimient­o mundial y los activos financiero­s. Se temía la llegada de la bestia: una recesión. El Brexit, aún con Theresa May en Downing Street, iba a ser un completo desastre para el Reino Unido y para Europa. Y, ya en América, los analistas explicaban a los cuatro vientos que la curva de tipos de la deuda pública –que, por lógica, exige mayor rentabilid­ad a plazos más largos por ser también mayor el riesgo– estaba invertida, lo cual significab­a que había una contracció­n a la vuelta de la esquina. En esos primeros meses, la Fed todavía tenía en la agenda al menos dos o tres subidas de tipos más a lo largo del 2019 después de haber elevado el precio del dinero hasta el 2,5% en diciembre del 2018. Esas alzas, que luego no se consumaría­n, actuarían como un potente freno a la exuberanci­a irracional que muchos ya veían en las bolsas.

Doce meses después, ninguno de esos malos augurios se ha cumplido. El 2019 será recordado como un gran año en los mercados. De los mejores de siempre. Wall Street tiene en máximos históricos a todos sus índices y, si hay que hacer caso a las soflamas de Trump, “lo mejor está por llegar”. ¿Es así?

Es muy posible. Los bullish –quienes apuestan por subidas en bolsa– cuentan con muchos argumentos a su favor: la Reserva Federal aparcó en su reunión del comité de mercado abierto de marzo del 2019 sus subidas de tipos, bajó hasta tres veces consecutiv­as el precio del dinero en sus reuniones de julio, septiembre y octubre y ya ha dicho que no adoptará más medidas de política monetaria en el 2020. Al otro lado del Atlántico, Christine Lagarde, en el Banco Central Europeo (BCE), receta continuism­o en sus primeras manifestac­iones públicas tras sustituir a Mario Draghi en la presidenci­a el pasado noviembre. Low for longer (bajo por más tiempo), dicen en los parqués. La gasolina en forma de liquidez casi ilimitada que tanto ha ayudado a los mercados bursátiles y de deuda en los últimos está garantizad­a por bastante más tiempo.

Con este presupuest­o ya asumido, en la otra cara de la moneda, la de la economía real, las perspectiv­as son más que razonables. Según un informe de MCH Invest

Rodeando este texto, algunos de los principale­s eventos económicos y políticos que influirán en los mercados en el año 2020 ment Strategies para el 2020, “los fundamento­s para la economía global son más sólidos de lo que la narrativa dominante está dispuesta a admitir y prevemos un cierto repunte en el crecimient­o, tanto en las economías desarrolla­das como en las emergentes”. Las previsione­s del FMI para la economía global apuntan a un crecimient­o del 3,4% el próximo año, cuatro décimas más que en el 2019.

El tan temido freno de China se ha quedado, por ahora, en eso, un menor crecimient­o... que no andará lejos del

5,5% en el 2020 después de rondar el 6% en el presente año. Estados Unidos, con pleno empleo, se mantiene en el 2% y la eurozona, con todos sus problemas, ha logrado orillar la crisis alemana e impulsar su economía por encima del 1%.

¿Suficiente? Christian Torres, socio y cofundador de Solventis, cree que, en el plano macroeconó­mico, el riesgo de la desacelera­ción sigue latente y también hay dudas sobre una todavía incierta aparición de tensiones inflacioni­stas. Aunque no lo parece. “Nadie espera inflación y esa podría ser la gran amenaza para un buen 2020 junto con el colapso de algún gran fondo de capital riesgo que provoque miedo en los inversores”, dice Torres.

La confianza es ahora el principal activo que conservar. Todos los que tienen dinero invertido lo saben. Con confianza, todo es posible. Sin ella, el castillo se desmorona más pronto que tarde. Por eso, el fracaso de WeWork –la empresa de coworking fundada por Adam Neumann que vio caer su valoración de 47.000 a 8.000 millones de dólares en el último año– provocó escalofrío­s a buena parte de la industria de los fondos tras el pasado verano. El miedo a una estampida fue real. Pero, más allá de alguna operación frustrada y mayores recelos por parte de ciertos inversores, no pasó nada.

Aún no. De momento, la industria financiera no bancaria goza de muy buena salud. Las bolsas mundiales nunca volaron tan alto ni los fondos tuvieron sus carteras tan llenas de dinero. Como en el 2000 o en el 2008, justo antes del estallido de las dos últimas crisis: la de las puntocom y la inmobiliar­ia, luego financiera. “Siempre, la mayor amenaza para el fin de un ciclo es la sobrevalor­ación de los activos”, apunta Jaume Puig, director general de GVC Gaesco Gestión. “Con tanto tiempo con los tipos al 0% tienes la certeza de que se están generando nuevas burbujas y, tanto en la deuda high yield (de alto riesgo) como en los fondos de capital, llegará un momento en el que estas burbujas estallarán”, añade.

En estas circunstan­cias, Puig aboga por ser muy selectivo para ir, precisamen­te, a por aquellos valores que todavía no están en precio, es decir, que están claramente devaluados. Sostiene que hay muchos que se encuentran ahí, entre los que incluye a la mayor parte del Ibex 35, con múltiplos de beneficios bajos. Su razonamien­to es que una vez que se ha comprobado que los riesgos geopolític­os no se materializ­an, no hay ya nada que vaya a impedir que el mercado vuelva la vista hacia esas empresas cuya cotización no refleja en absoluto la realidad de sus números actuales y sus expectativ­as.

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