A VECES HAY MONSTRUOS
Caja de titanio de 44 mm. Cuerda manual (10 días). Esfera esqueleto. Brazalete
de titanio. euros
Dibujos para leer
Pintura, collage y escultura | Sala Dalmau | Barcelona | Hasta el 30 de enero de 2020 | Precios: entre 1.400 y euros | Tel. 93 215 45 92
Las escenas que narra o sugiere Miguel Peña en la muestra en la Sala Dalmau tienen un carácter inquietante. Son acciones envenenadas por la codicia, la violencia sexual, las trampas y la corrupción. Hay en estos cuadros esqueletos animados que raptan o intentan raptar a mujeres jóvenes desnudas. La carencia es, en efecto, un componente del deseo, y la vieja muerte –en este caso habría que decir el viejo muerte, en masculino– tiene muchas ganas de robar la belleza y la juventud que le falta.
Lo curioso es que los escenarios de estos cuadros sean museos, talleres de artista o galerías de arte. Las escenas que allí protagonizan diversos y extraños personajes animalescos tienen el contrapunto de una segunda imagen que aparece en un cuadro. Hay ecos de Sade, Max Ernst y del Balthus más oscuro. No hay complicidad con los personajes depredadores, sino más bien crítica, como sucedía en muchas obras de Grosz, Dix y Max Beckmann. Miguel Peña ha evolucionado y el collage ha ganado terreno a la pintura en una obra que se aleja cada vez más del neoclasicismo metafísico –el de Giorgio de Chirico o de algunas fases de Picasso– y se acerca a las visiones surrealistas y las distorsiones expresionistas. En su circo hay voraces cocodrilos, una mujer que abraza a un pez grande que se está comiendo a un pez chico, señores trajeados que portan grandes joyas, una especie de Coneja de la Suerte en un prostíbulo, un hombrecerdo que admira a un pintordiablo... El anuncio por palabras del asunto bien podría ser este: “Personajes híbridos, relaciones sórdidas, ambiente selecto”.
Las escenas parecen irreales, pero su sentido, por desgracia, se parece a nuestro desigual y muy mal organizado mundo, un mundo a estas alturas ya muy amenazado y precario.