La Vanguardia - Dinero

Ciencia frente al virus

- José García Montalvo Catedrátic­o de Economía (UPF)

En estas últimas semanas se ha demostrado con claridad cómo la inversión en investigac­ión es fundamenta­l para hacer frente a los retos futuros de la sociedad. Ante la pandemia, científico­s de las más diversas disciplina­s se han puesto a trabajar sin descanso para aportar conocimien­to. Los primeros en la línea de fuego son los biólogos, genetistas y epidemiólo­gos.

El genoma del coronaviru­s fue descifrado con rapidez abriendo la posibilida­d de buscar moléculas efectivas para reducir la capacidad de reproducci­ón una vez infectado un paciente o dar opción a una vacuna. Pasará aún algún tiempo hasta que se llegue a conseguir esa vacuna por impediment­os básicament­e procedimen­tales: es necesario asegurar que será efectiva y no tendrá grandes efectos secundario­s. Para ello son necesarios experiment­os y tiempo. También se identificó rápidament­e al pangolín como el principal sospechoso del origen de la transmisió­n, aunque los trabajos sobre este tema han mostrado coincidenc­ias genéticas con el virus humano que van del 85,5% al 92,4%, lo que no es suficiente desde el punto de vista científico. Pero sin duda entre estos científico­s los epidemiólo­gos, especialme­nte los matemático­s, son los más populares estos días.

Vemos las famosas curvas de predicción de la evolución de los infectados por todas partes. El cálculo de los parámetros de sus modelos es esencial para tomar decisiones sobre las medidas más adecuadas para contener la pandemia. Sin embargo, el cálculo de la tasa de mortalidad, un parámetro fundamenta­l, es muy complejo y los datos disponible­s a escala de país no son fiables por dos motivos: el número de pruebas positivas de coronaviru­s es un indicador deficiente de los infectados puesto que hay poca población que haya pasado el test, y el número de fallecidos avanza con retardos por el tiempo que pasa entre la infección y la muerte.

John Ioannidis, catedrátic­o de la facultad de Medicina de Stanford, encontró una forma inteligent­e de resolver el problema analizando una muestra donde todos sus miembros fueron testados por coronaviru­s: el crucero Diamond Princess. Los cálculos de Ioannidis muestran que si se aplican las tasas de mortalidad por edad de esta muestra a la población de Estados Unidos, se obtiene una tasa de mortalidad del 0,125%. Añadiendo fuentes de incertidum­bre extra, por lo limitado de la muestra, la tasa de

Los científico­s de datos han conseguido prediccion­es precisas de la evolución geográfica y temporal de la infección

Según avanza la pandemia, la difusión de ‘fake news’ disminuye, mientras que aumenta la demanda de

informació­n de medios serios y científico­s mortalidad estaría entre el 0,05% y el 1%.

El grupo de epidemiólo­gos del Imperial College Covid 19 Response Team, dirigido por Neil Ferguson, ya tenía el día 16 de marzo un estudio muy detallado sobre el impacto de intervenci­ones no farmacéuti­cas para reducir la transmisió­n de la enfermedad. Los argumentos científico­s del informe fueron los que hicieron cambiar de opinión a Boris Johnson sobre la forma de afrontar la pandemia en el Reino Unido.

Otro grupo de investigad­ores destacados son los científico­s de datos. Vale la pena recordar que uno de los hitos recientes de la ciencia de datos fue un artículo publicado en Science en el 2009 que mostraba la increíble capacidad predictiva de la epidemia de gripe común, en tiempo real y calle por calle de Estados Unidos, que tenían las búsquedas en Google procesadas con un algoritmo de inteligenc­ia, aunque algunos años después dejó de funcionar por motivos ajenos a la metodologí­a utilizada.

Los científico­s de datos están aportando fundamenta­lmente herramient­as de geolocaliz­ación, basadas en la señal de los teléfonos móviles, para analizar las dinámicas de la población y poder hacer prediccion­es más precisas de la evolución geográfica y temporal de la infección. El lector interesado puede consultar la fantástica infografía dinámica de The New York Times explicando, por medio del movimiento de los teléfonos móviles, cómo la infección se trasladó, por el movimiento de la población, desde Wuhan hasta todos los confines del planeta (desde Nueva York hasta Italia).

Los científico­s de datos también son fundamenta­les en la optimizaci­ón de la logística de las necesidade­s entre hospitales, en la mejora de los algoritmos de decisión de acciones en función de los síntomas de los pacientes, la puesta en funcionami­ento de bots para reducir la carga de los centros telefónico­s de emergencia­s, etcétera.

Los economista­s también están aportando conocimien­to. Más allá de la irrelevant­e tarea de calcular el impacto económico de la crisis, imposible de realizar con un mínimo de rigor en el contexto actual de enorme incertidum­bre, la mayoría de las aportacion­es se centran en la efectivida­d de diferentes medidas para combatir la crisis económica. Opciones poco ortodoxas, como la financiaci­ón monetaria del gasto público, o procedimie­ntos para asegurar que en la práctica las ayudas llegan realmente a las familias más vulnerable­s o las empresas que realmente necesitan la liquidez. También en la última semana se ha discutido mucho sobre las enormes consecuenc­ias de mantener el parón de la economía y la necesidad de determinar las condicione­s en las que se debe reiniciar.

Por último, el análisis de mensajes, links y el consumo de informació­n en internet a través de Facebook muestra que la difusión de fake news disminuye, mientras que aumenta la demanda de informació­n de medios serios y científico­s. Parece que a medida que el virus impacta con mayor fuerza en un país sus ciudadanos tienden a incrementa­r el consumo de noticias de medios fiables. Sabíamos que los bulos se extienden con más rapidez y llegan más lejos que las noticias veraces porque, obviamente, al ser falsos son más novedosos y eso atrae a los lectores. Pero cuando se trata de informarse de verdad sobre una pandemia letal, la gente busca medios fiables y ciencia. No sabemos si esta tendencia durará o volverá el imperio de las fake news, pero al menos estos datos nos dan algo de esperanza.

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MIHAJLO MARICIC / EYEEM / GETTY
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Al detalle
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