Contra los monopolios
Tepper afirma que la creciente desigualdad se debe a que se ha impuesto un capitalismo monopolista
Ha concitado el interés de economistas tan diferentes como Yanis Varoufakis, el Nobel Angus Deaton o Kenneth Rogoff, y el Financial Times lo eligió entre los mejores libros económicos del 2018. Es El mito del capitalismo. Los monopolios y la muerte de la competencia, de Jonathan Tepper, director de inversiones de San Blas Capital. ¿La tesis? Que Thomas Piketty acierta cuando habla de la tendencia a más desigualdad, pero que el problema no son los excesos del mercado libre, sino que esa desigualdad –y el lento crecimiento de la economía y los salarios, y el imparable incremento de la riqueza de los más ricos– es un grave síntoma causado por el tipo de capitalismo que se ha impuesto en las últimas cuatro décadas, un capitalismo monopolista y oligopolista depredador que ha matado la competencia, que debe ser restablecida por leyes antitrust.
Google, dice, domina las búsquedas por internet con casi un 90% del mercado, Facebook ocupa casi el 80% de las redes sociales y ambas practican un duopolio publicitario sin competencia ni regulaciones creíbles. Amazon aplasta a los minoristas. El iPhone de Apple y el Android de Google controlan completamente el mercado de las aplicaciones de móvil y establecen si los negocios pueden llegar a sus clientes y en qué condiciones.
Tepper señala que en los últimos 20 años han desaparecido más de la mitad de sociedades que cotizan en Bolsa en EE.UU. y hay menos hoy
EL MITO DEL CAPITALISMO Jonathan Tepper y
Denise Hearn
Roca editorial. Barcelona, 2020
336 p. | Papel 19,90 €
que en 1970. En el 2070 podría haber una sola empresa por sector. México, prosigue, es el país de los monopolios, con el magnate Carlos Slim llegando a dominar el 70% de la telefonía móvil y el 80% de la fija y con los precios más altos del mundo. Chile, igual, y España, asegura, tiene una larga historia de monopolios desde la dictadura de Primo de Rivera. Hoy es el tercer país de la UE con la electricidad más cara.
La gente cree que elige, razona, pero se pasa el tiempo pagando peajes a unas cuantas compañías que no afrontan una verdadera competencia y a las que envían parte de su salario. Las fusiones no hacen a los negocios más eficientes, les hacen ganar más dinero por aumentar su influencia en el mercado. Los monopolios y oligopolios no matarán la economía pero sí pueden paralizarla. Por el contrario, expone, los negocios pequeños, de crecimiento rápido, son los más productivos. Pero los gigantes absorben las startups sin que lleguen a ser competencia. Por no hablar de la información personal sobre gustos e ideas que poseen Google y Facebook, que fiscalmente se hallan por encima de las leyes nacionales y enfrentan a los países en carreras al abismo.
Algo se ha roto y el populismo se multiplica, admite. Trump es producto de las ansiedades creadas por monopsonios, empresas que son los únicos empleadores en determinadas zonas del país. La cuestión, subraya, es que si el capitalismo ha creado históricamente mucha riqueza, el de hoy no tiene nada que ver con los mercados competitivos. Los monopolios, concluye, no son el triunfo del capitalismo de libre mercado, sino su perversión, y hay que restablecer la competencia.
El problema no es el libre mercado, dice, sino su perversión durante los últimos 40 años