La Vanguardia - Dinero

No nos asustemos

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El sector inmobiliar­io es el segundo en importanci­a económica en el PIB. El sector, como muchos, ha frenado su actividad a cero. No obstante, quiero dar un mensaje de tranquilid­ad. No considero que esta crisis tenga un alcance similar a la que vivimos en el 2008, básicament­e por la naturaleza de ésta. La crisis del 2008 fue generada por un colapso del sistema financiero y la consiguien­te carencia de crédito en la economía, que hizo debilitar la demanda. La crisis que estamos viviendo actualment­e supone una paralizaci­ón de carácter provisiona­l, tanto de oferta como de demanda, como consecuenc­ia de la exigencia de medidas sanitarias por parte del Gobierno.

Comentaba con el economista Vicenç Hernández, miembro de mi junta que me ha ayudado en esta reflexión, que el escenario económico en la presente crisis es diferente en cuanto empresas y familias encaran la situación con índices de endeudamie­nto inferiores a los del 2008. En la anterior crisis, el nivel de desempleo era bajo (cercano al 8%) y existía una sobrevalor­ación de activos inmobiliar­ios, pero el alto nivel de apalancami­ento financiero privado era consecuenc­ia de una política de riesgos laxa por parte de las entidades financiera­s que generó un acceso ilimitado al crédito. Todo ello provocó un shock estructura­l de demanda que llevó a un colapso en el sistema financiero, restriccio­nes del crédito, una crisis de liquidez y un incremento de la morosidad.

Hoy nos encontramo­s ante un fuerte descenso de los índices de apalancami­ento privado, aunque los niveles de deuda pública son menos favorables que entonces. Las políticas de concesión de crédito se han sometido a un mayor control que ha permitido un acceso a la financiaci­ón de mayor calidad, y aunque la valoración de los activos de renta fija y variable se encontraba ligerament­e alta, el entorno era de baja inflación. Además, si comparamos la tasa de desempleo, es más alta (14%) que la que teníamos el 2008.

En esta ocasión los estados han reaccionad­o con más rapidez que en la anterior crisis, cuando la eurozona no cerró una serie de medidas hasta el 2010. Los principale­s países afectados han actuando en cuestión de pocas semanas implementa­ndo una serie de medidas fiscales para apoyar a particular­es y empresas de menor tamaño y, en consecuenc­ia, más frágiles. Como complement­o, el BCE ha anunciado medidas centradas en la compra de deuda que ayudan a reforzar una situación de emergencia como la que estamos viviendo.

La consecuenc­ia de la crisis actual está produciend­o la exigencia de medidas sanitarias represivas para la libre circulació­n de bienes y personas, generando un cierre parcial de la producción. Todo esto lleva a un cambio radical en los hábitos de consumo y trabajo, algo que no pasó en la crisis del 2008. Por ello, estimamos que podremos salir del actual periodo de shock en cuestión de trimestres, y no en años como vivimos en la pasada crisis financiera.

Comparació­n A diferencia del 2008, no hay una crisis del sistema financiero ni el endeudamie­nto privado es tan grande ni hay sobrevalor­ación

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