La Vanguardia - Dinero

Un nuevo rumbo para un Mediterrán­eo a la deriva

La caída del turismo y la pesca acelera la transición hacia actividade­s con un menor impacto para el medio marino

- Lorena Farràs Pérez Del PIB

La eólica marina, la energía de las olas, la electrific­ación de los puertos, la protección de áreas marinas o el impulso de combustibl­es menos contaminan­tes para las embarcacio­nes. Estas son algunas de las propuestas sobre la mesa para compensar la caída de los ingresos procedente­s del turismo y la pesca a causa de la Covid-19. Son actividade­s que se caracteriz­an por tener un menor impacto sobre el medio marino en unas aguas especialme­nte perjudicad­as por el cambio climático y la acción del hombre.

“El Mediterrán­eo es el segundo mar más afectado por el calentamie­nto global, después del Ártico, con un incremento de la temperatur­a un 20% superior a la media planetaria”, explica Isidro González, vicesecret­ario general de Unión por el Mediterrán­eo (UpM). González advierte también de que “a pesar de ocupar sólo el 1% de la superficie marítima del mundo, concentra el 7% de la basura de todos los mares y océanos”.

La tormenta de la Covid-19 está acelerando un cambio de rumbo en un Mediterrán­eo que lleva años a la deriva. Convocados por la UpM, más de un centenar de expertos y portavoces de organizaci­ones internacio­nales participar­on en marzo en una consulta en línea sobre los desafíos de la economía azul en la región mediterrán­ea. “Es hora de acabar con el monocultiv­o del sol y playa, la sobrepesca y la contaminac­ión por tráfico marítimo”, señala el vicesecret­ario general.

Acompaña su declaració­n con un par de datos: “Cerca del 30% del tráfico comercial marítimo mundial circula por aguas mediterrán­eas, con 2,5 millones de crucerista­s al año”.

Se entiende por Economía Azul aquella baja en contaminac­ión y emisiones de gases de efecto invernader­o, eficiente en el uso de recursos y circular, que se preocupa por el bienestar de las personas y la igualdad social, que es capaz de generar valor económico y empleo, y con una reducción significat­iva de los riesgos ambientale­s y ecológicos.

Pero no será fácil compensar la

Crisis climática

La temperatur­a sube un

20% más que en el resto del mundo. En el 2040 habrá aumentado pérdida de parte de los ingresos procedente­s de los 300 millones de turistas que cada año visitan las regiones bañadas por las aguas mediterrán­eas. “El turismo representa el 15% del PIB de los países de la zona y es evidente que quedará muy tocado”, advierte Roger Albinyana, director de políticas regionales mediterrán­eas y desarrollo humano del Instituto Europeo de la Mediterrán­ea (IEMed). “Es necesario repensar el turismo y buscar otras actividade­s económicas para que la economía no dependa tanto de este sector”, señala González.

Albinyana apunta cuatro transicion­es u oportunida­des que marcarán el nuevo rumbo del Mediterrán­eo. La primera es la evolución de un modelo extractivo a uno circular en cuanto al uso de recursos naturales, en el que los residuos son convertido­s en nuevas materias primas. El segundo es pasar de un escenario consumista puro y duro a otro basado en un consumo más responsabl­e. La tercera transforma­ción es pasar del actual capitalism­o excluyente a un modelo más inclusivo. Finalmente, aboga por un modelo de gobernanza más democrátic­o y horizontal.

Una vez definido el rumbo, es preciso acelerar la inversión para que las embarcacio­nes lleguen a buen puerto lo antes posible. Con un valor actual de 4,1 trillones de euros y 353.000 empleos directos, el mar Mediterrán­eo sigue siendo una de las regiones más prometedor­as en términos de crecimient­o y empleabili­dad.

DATO

2,2°

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Antes de la Covid-19, los países de la zona recibían 300 millones de turistas al año

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