Se busca “extremo” inteligente y fiable
Con la urgencia del teletrabajo muchos han echado mano de conexiones domésticas inadecuadas
En la jerigonza tecnológica, cloud tiene una traducción inmediata –nube– que la gente ha acabado por entender. Más difícil será asumir una traducción de edge, que tiene múltiples acepciones en inglés: filo, borde, margen. Hay quien pretende simplificarlo como “nube cercana”, pero no lo ha conseguido. José Tormo, director general de Aruba Networks en España, prefiere traducirlo como “extremo”. Es –dice– un símil fácil de captar, “el edge es ese extremo de la red en el que están los usuarios, donde acceden para interactuar con el mundo. A esos usuarios hay que dotarles de herramientas para que su interacción sea segura”. Además, ese extremo debe ser inteligente.
Intelligent Edge es el caballo de batalla de Aruba, una línea de su aproximación al mercado. El acceso inteligente es imperativo para las empresas; el confinamiento de sus empleados, conectados desde casa e intercambiando información, ha mostrado con crudeza la exigencia de seguridad.
Con presteza, las empresas –y también el sector público, subraya– han aplicado planes de contingencia urgidos por la necesidad. “Pero no se puede ignorar que muchos de esos trabajadores en remoto se están conectando a través de redes sin los estándares de seguridad exigibles. De ser pocos han pasado a ser multitud y, en consecuencia, despiertan la codicia de los hackers. Es mucho más fácil colarse en una empresa desde el portátil de un empleado que atacando un servidor protegido”, señala.
Los equipos de Aruba están configurando puntos de acceso seguros (e inteligentes) en los hogares conectados a las empresas. “Estas han hecho bien en utilizar lo que tenían, pero el teletrabajo se va a generalizar, y Aruba puede ayudarlas a superar ese reto. Ahora mismo, los proyectos incluyen fórmulas de servicio y pago por uso, sin necesidad de hacer una inversión inmediata en tan mal momento”.
Históricamente, la oferta de Aruba ha sido la tecnología de acceso. Luego, el internet de las cosas ha multiplicado los dispositivos conectados, que se limitan a recoger información y enviarla a un elemento de proceso, pero al carecer de inteligencia dan facilidades a los atacantes. “Cuantos más dispositivos haya conectados a una red, más decisiones habrá que tomar en el punto de acceso, el edge. Para ello, hay que identificar cada uno y establecer políticas para evitar que un fallo de seguridad abra la puerta del centro de datos”.
En su oferta de acceso inalámbrico, los puntos de acceso reciben información de los dispositivos que están en el alcance de la red. Tormo menciona un motor de localización, que analizando el tráfico de móviles permite identificar los puntos calientes en un establecimiento comercial. “Por ejemplo, para situar los productos que interesa promover donde el software indique que se mueven más móviles; si las cajas están saturadas, ayudar a descongestionarlas”.
No es el mejor momento para estas soluciones ya instaladas en cadenas, pero son versátiles. Tanto, que Aruba las ha donado a 45 hospitales en varias comunidades donde se usan para canalizar el tránsito de personas y acceder a sistemas online de información.
Otra novedad reciente complementa los despliegues de 5G. Estas redes tienen el inconveniente de su débil propagación de la onda en interiores. En numerosas empresas, hospitales y campus universitarios se ha desplegado wifi, una tecnología mucho más barata, que evita multiplicar antenas. La solución de Aruba –que debía presentarse en el pasado Mobile World Congress– permite que, cuando el usuario entra en un edificio, sus llamadas pasen sin interrupción de la red del operador al wifi de la empresa.
Una buena combinación de 5G y wifi permitirá mejorar la penetración de las ondas en edificios