Nash, Keynes y el virus
Trías de Bes pide para evitar una larga crisis un gobierno de unidad que consiga la ayuda europea
Comprar tiempo a la economía. Hasta que pase la tormenta vírica. Un tiempo que costará caro: entre el 10 y el 20% del PIB. Pero las alternativas, señala Fernando Trías de Bes, son mucho peores; más paro, destrucción del tejido empresarial y un enorme déficit igualmente. El economista ha escrito durante el confinamiento en solo nueve días La solución Nash, una receta contra la crisis actual, que podría ser la peor desde 1929 y que ve evitable. La receta es clara y generará polémica.
Clara porque es una mezcla de keynesianismo a lo bestia y de las teorías del Nobel John Nash, al que Russell Crowe, esquizofrenia incluida, dio vida en Una mente maravillosa. Polémica, porque su solución incluye un gobierno de concentración que ajuste e implemente las recomendaciones de cuatro mesas de expertos sobre la evolución del virus y de la economía. Un gobierno temporal que ve como única vía de que en Europa, que es la que tendrá que poner el dinero del keynesianismo a lo bestia, nos otorguen credibilidad y entiendan que por fin se realizarán las reformas estructurales que hace años que solicitan.
Trías de Bes es muy crítico con el Gobierno actual: dice que los planes de ayuda han sido “un rescate placebo” y que sus intentos de mantener los flujos financieros están causando el efecto contrario. La movilización de 200.000 millones de euros tenía letra pequeña, denuncia, y lo que perciben los trabajadores por los ERTE es raquítico y el di
nero inyectado a las empresas un bumerán, ya que lo concede la banca aunque esté avalado en un 70%. El problema es que el Estado no tiene dinero: sin la UE, afirma, estamos abandonados a nuestra suerte.
Y la cuestión, remarca, es que esta crisis tiene una naturaleza pasajera y se puede salir en un lapso breve si los actores económicos españoles son capaces de ponerse de acuerdo y cuentan con la ayuda de Europa. Trías de Bes recuerda el equilibrio de Nash: el matemático vio que hay situaciones en las que varios agentes al buscar lo mejor para sí mismos pueden quedar en conjunto en una situación que no es la óptima. Es el famoso dilema del prisionero. Dos detenidos por un delito son interrogados por separado: si ninguno confiesa, saldrían mejor parados, pero, incomunicados, temen que el otro alcance un pacto con la policía y se acusan mutuamente. Si pudieran garantizarse un pacto previo, callar sería su mejor opción.
Aplicado a la situación actual de España: si dejamos de comprar y producir por creer que es nuestra mejor opción individual ante la incertidumbre, la depresión de la economía será profunda. La situación óptima sería comprar tiempo y preservar la capacidad de gasto de las familias y de producción de las empresas. Debería hacerse, dice, no ayudando directamente a los trabajadores, sino ofreciendo a las empresas una línea de ayudas milmillonarias que no tendrían que devolver –se controlarían sus necesidades– para que sigan pagando el 80% del sueldo a los empleados. Suplir un tiempo la actividad real. Ponerle un respirador a la economía –comprado con ayuda europea– hasta la nueva normalidad.
El autor pide inyectar dinero en vena en las empresas para aguantar el parón