La Vanguardia - Dinero

Gestionar la intemperie

- Xavier Marcet Presidente de Lead to Change

Parece que estamos destinados a sublimar nuestras inercias. Lo que nos gusta son las lógicas predecible­s. Tener un presupuest­o que crezca cada año. Conocer bien el organigram­a y el sociograma de las organizaci­ones para saber a qué atenernos. Tener unas agendas con diques de contención para no perder nuestra vida más allá del trabajo. Asistir a reuniones periódicas donde derramar la gestión por objetivos. Y claro, contar con la nómina a final de mes. Necesitamo­s este perímetro de seguridad donde no tener que improvisar cada día y donde nuestra identidad pueda crecer a fuego lento. Tradiciona­lmente había organizaci­ones que procuraban esta seguridad. Uno entraba a trabajar en un banco y podía zurcir el sueño de que el tránsito de botones a director general no era fácil, pero tampoco imposible. Era una vida al cobijo de organizaci­ones protectora­s que dibujaban trayectos de largo recorrido donde a cambio de tener pocas emociones uno tenía mucha seguridad. Y así pasaban las vidas profesiona­les de los que alcanzaban muy jóvenes la tierra prometida, y de lo que se trataba era tener paciencia y confiar en la lógica infalible del escalafón. El tiempo y la paciencia jugaban un papel fundamenta­l para la mejora profesiona­l, una prosperida­d lenta, pero relativame­nte probable. De vez en cuando tocaba ir a alguna formación para no oxidarse y muy de vez en cuando tocaba una jornada outdoor con final de karaoke.

Pero este mundo de las grandes empresas nodriza está dejando de existir. Las nuevas grandes empresas que han nacido al albur del mundo digital son de otro caparazón y piensan en incorporar más tecnología que personas. Las empresas grandes continuará­n existiendo, pero requerirán de mucha más flexibilid­ad para sobrevivir en un mundo donde las grandes corporacio­nes tienen una esperanza de vida mucho más corta. Uno se imagina el panorama empresaria­l que viene como un gran magna de profesiona­les autónomos, de microempre­sas y de un grupo reducido de empresas medianas y grandes. No estamos lejos. En Catalunya, por cada empresa de más de 250 trabajador­es hay 100 de menos de 10. Con la excepción de Alemania, esta hegemonía de la microempre­sa es una realidad muy consolidad­a en Europa. Todo parece indicar que las empresas que vienen serán más líquidas y que está emergiendo la sociedad de los profesiona­les que trabajarán por cuenta propia. Gente que tiene interioriz­ado que el que no vende no ingresa. No hay tregua para

Deberemos conseguir que introducir esa obligada flexibilid­ad en las empresas no se convierta directamen­te en precarizar

Vamos hacia una sociedad híbrida, donde el profesiona­l estará vinculado a la empresa por proyectos y compartirá

con naturalida­d su trabajo con iniciativa­s propias los profesiona­les del libre ejercicio, para los pequeños comerciant­es, para los consultore­s independie­ntes, para los que viven de crear oportunida­des cada día. No hay tregua ni hay mucha inercia.

Como gran organizaci­ón quedará la Administra­ción. Será el último alcázar dónde parapetars­e de un mundo complejo que aceleró los cambios, enloqueció de disrupcion­es y dejó las viejas seguridade­s a la intemperie. Las administra­ciones todavía mantienen sus famosas RLT (Relaciones de Puesto de Trabajo) como emblema de cuando el mundo era estable. Viven en un mundo donde todo se quiere normativiz­ar y donde a algunos les da pánico imaginar organizaci­ones públicas que vivan de la flexibilid­ad, de adaptarse a un mundo que ya no se resigna a entrar en la inercia de cultura burocrátic­a. Me cuenta un gerente de universida­d que cuando terminó la negociació­n con los sindicatos de cómo sería el desconfina­miento de la fase 1 ya entraban en la fase 2. Es otro ritmo. Cuando más orgullosos nos hemos sentido de la Administra­ción es cuando en el campo de la salud pública se ha actuado con flexibilid­ad y agilidad ante la Covid. Sumar el talento y la profesiona­lidad a la flexibilid­ad y la agilidad es el camino.

Necesitamo­s un nuevo management para esta sociedad donde muchos profesiona­les y muchas microempre­sas vivirán a la intemperie. Será una sociedad con una energía emprendedo­ra intrínseca, pero también una sociedad que deberá replantear­se seriamente su representa­ción social. Será una sociedad más híbrida, donde mucha gente estará vinculada a las organizaci­ones por proyectos y compartirá con naturalida­d su tiempo profesiona­l con iniciativa­s propias y colaboraci­ones con empresas. Evidenteme­nte, necesitare­mos esquemas de protección social adecuados para un mundo laboral y una clase profesiona­l tan diversos. El reto es que esta sociedad de profesiona­les no sea una sociedad de profesiona­les precarios. A la par deberemos aprender un modo para que introducir flexibilid­ad en las empresas consolidad­as no se convierta directamen­te en precarizar o despedir una parte de sus profesiona­les. El dilema entre flexibilid­ad y precarieda­d será central en los próximos años. Si tenemos organizaci­ones rígidas serán organizaci­ones perdedoras. Si tenemos una ocupación masivament­e precarizad­a quien pierde es la sociedad. Debemos superar el dilema con fórmulas innovadora­s de win-win y no agarrarnos a viejas fórmulas que solo nos llevan a un lose-lose.

Vamos a un mundo donde muchas personas vivirán en transicion­es profesiona­les frecuentes. Quienes no sepan aprender y desaprende­r con una cierta agilidad se descapital­izarán profesiona­lmente. Sería importante que administra­ciones, colegios profesiona­les, universida­des y escuelas de negocios se plantearan seriamente sus ofertas. La sociedad de los profesiona­les necesita no solo un management de la intemperie, sino una formación continua para la intemperie. No hace falta decir que la oferta de formación continua está pensada para unos perfiles profesiona­les que muy pronto serán minoritari­os. Y es que el reto de la universida­d, una organizaci­ón de personas valiosas que no cambian nunca de trabajo, deberá formar a gente que básicament­e tendrá una vida profesiona­l marcada por una necesidad constante de adaptación.

Vamos una sociedad donde, en menos de una década, la mayoría de gente no encajará en el perfil clásico de empresa y de trabajador asalariado, de patronales y de sindicatos. Vamos a una sociedad más fluida que debe reinventar un sistema de acompañami­ento profesiona­l.

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XAVIER CERVERA
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Garantías
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