La Vanguardia - Dinero

LAS LEYES HOSTILES

- Juan Bufill

El séptimo enemigo de las artes es la burocracia. Sobre todo en España, donde las leyes hostiles al arte –y peor si es lúcido, liberador y hace pensar– vienen a ser como un tiro de gracia. Por desgracia, en esto Catalunya ha imitado a la España de Larra, la del “vuelva usted mañana”. La burocracia es un enemigo especialme­nte estúpido, un poder incapaz de lograr esos acuerdos llamados win-win, buenos para ambas partes, que siempre son posibles si no predomina la prepotenci­a funcionari­al kafkiana. Es un enemigo pasivo por desidia y por ineptitud, pero también muy activo. El conspicuo y prepotente boicot del Ministerio de Hacienda español a la más que necesaria ley del Mecenazgo impulsada por diversos agentes culturales y ministros de Cultura es ya, más que un clásico de la política cultural, una pesadilla estilo Sísifo. Una de esas pesadillas torpes donde parece que la neurona patina y las ideas se rayan como un disco: una versión española y lamentable del día de la marmota deconstrui­da por David Lynch.

Es imperdonab­le que se siga boicoteand­o esa ley, imprescind­ible en un país cuyo prestigio internacio­nal se basa –descontemo­s las playas, el sol y la paella– en pintores como Picasso, Dalí, Miró, Goya y Velázquez, escritores como Cervantes o Lorca y arquitectu­ras como las de Gaudí o la de la Alhambra. Aquí la ley castiga a los artistas sospechoso­s, a los poetas. Los autores precarios y perversame­nte catalogado­s como autónomos pagan no proporcion­almente a los beneficios obtenidos (a menudo escasos o nulos), sino por el mero derecho a trabajar. Y recienteme­nte, además de los siete enemigos de las artes, se ha colado un octavo pasajero, llamado Covid-19. Todo podría ir muy bien, pero de momento va mal.

La pintura, de Xevi Solà, se titula Help.

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