SINFOROSO Y JOSEFA
Pintura y escultura
Galería Luis Gurriarán, Madrid | Hasta el 31 de julio | Precios de 1.000 a 450.000 euros | Tel. 91-308-47-64
El galerista, para los no avisados, es un especimen que orbita la ambigüedad. ¿Mediador, comisionista, agente cultural, empresario, embaucador? No es fácil ubicarle con precisión. Luis Gurriarán tiene una idiosincrasia transparente y escasea lo que hace, como exponer en Natural, su colectiva actual, un cuadro histórico de Antonio López, cabe una imagen mordida por el sol y por la niebla de Juan Carlos Lázaro. O un hechizo de Miguel Oliver junto a un torso de José Luis Sánchez. Luis es un solitario que vive en un desierto desde el que contempla un oasis.
El grueso de la propuesta parece ir de realismo, porque están Antonio López, unas lilas deliciosas de Isabel Quintanilla, un relieve tomellosero de Paco López, piezas de Francisco L. Quintanilla, orantes de Pedro Quesada y flores de Laura Ríos; los paisajes estrictos y rebosantes de pintura de Juan Higueras y Alessandro Taiana.
También, y esto ya es otro cantar, unas varillas mágicas de Lukas Ulmi de vocación geométrica y cinética. Las ventanas de Howie, las contorsiones de Maru Oriol, María Cano, Rey, Pérez-Carasa, Carmen Cologán, Concha Romeu. En fin, un totum revolutum que no sé si tiene sentido, pero que al final acaba encajando indemne.
Obviamente había que reproducir Sinforoso y Josefa, 1955, óleo sobre lienzo, 62x88 cm, 450.000 euros, porque no todos los días nos encontramos en el mercado una pieza así y de Antonio López. Sinforoso y Josefa son sus abuelos y uno de los hitos de su primera época, que combina rigidez y atrevimiento, expuesto en varios museos del mundo.
No se puede ignorar lo que representa Antonio López en el arte actual. Que es todo. Como pintor y como maestro, dando talleres y presidiendo jurados. Soy testigo de cómo le respetan y reconocen figuras mundiales del arte. Y no por los premios que atesora o por los espacios donde expone, sino por su personalidad, su actitud, su dimensión.