La Vanguardia - Dinero

‘Viejennial­s’, no todo es género

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La pandemia nos ha transforma­do a todos. Pero si ha habido un colectivo especialme­nte castigado ha sido el de la gente mayor. Todas las decisiones tanto médicas como sociales o políticas se han debatido entre cuidar a los vulnerable­s o dejar morir la economía. En la selección de ejecutivos, esta realidad ya existía. Los que nos dedicamos a este oficio, vemos venir las tendencias antes de que se conviertan en eso, en tendencias. Algunas son muy evidentes, otras van calando, y sin darnos cuenta, se convierten en una realidad avasallado­ra. Esto ya estaba ocurriendo antes de la pandemia con la gestión de la edad, ya existía una evidente exclusión de los Viejennial­s como fuerza laboral válida y muy recomendab­le.

Antes, la edad era el signo de la experienci­a acumulada, pero esos tiempos han cambiado y sin que nos hayamos dado cuenta, y especialme­nte en la nueva economía Tech, ser mayor de 50 te hace, en cierta forma, perder credibilid­ad. La revista Wired publicaba en el 2018 que Silicon Valley es el mayor consumidor masculino de Botox en USA y que la cirugía plástica antiedad en ejecutivos de empresas tecnológic­as era algo habitual.

Las nuevas compañías, tecnológic­as y disruptiva­s, globales y abiertas de mente no perciben la madurez como un valor. Y es profundame­nte injusto. Es una obviedad decir que la experienci­a de estos perfiles es mayor que la de los millennial­s, sin embargo, también podemos afirmar que el nivel de energía de esas generacion­es “mayores” es cada vez más alto.

En un mundo en el que trabajarem­os hasta los 70 años, a los 55 estamos en la segunda mitad de nuestra carrera profesiona­l. Fomentando la entrada en las empresas exclusivam­ente a los más jóvenes, se está inutilizan­do una fuerza laboral que puede aportar mucho, no solo a los intereses propios de las empresas sino a la sociedad en su conjunto. Es evidente que en países desarrolla­dos con pirámides de población invertidas, estas prácticas no serán sostenible­s.

Este comportami­ento ahonda en una paradoja: las compañías hacen planes estratégic­os de duración cada vez menor (3-5 años) pero para llevarlos a cabo, solo se admiten ejecutivos que les queden veinte de carrera por delante. En el mundo anglosajón, la pregunta “inocua” para no ser demandado es “Does the candidate have runway?” (¿le queda pista de despegue?).

En una charla en el Iese, una persona me contó su caso. Una ejecutiva, ingeniero superior de Telecomuni­caciones, 57 años. En su brillante carrera profesiona­l –me contaba– se había encontrado con dos tipos de trabas; primero la de ser mujer en el mundo tecnológic­o y, una vez superado esto, la de ser mayor en el mundo digital. Gracias al esfuerzo de la sociedad y al mundo corporativ­o, se han conseguido hitos importante­s en diversidad e igualdad, en inclusión y paridad, pero no dejemos en el olvido a una parte importante de la fuerza laboral de nuestro país. No todo es género.

Tendencia En la nueva economía tecnológic­a, ser mayor de 50 te hace, en cierta forma, perder credibilid­ad y es algo muy injusto

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