Distracción informativa
Durante los últimos años se está acelerando una contradicción que afecta al sector del automóvil. Por una parte, todos los organismos competentes en materia de seguridad vial no cesan en repetir que la falta de atención en la carretera es la principal causa de accidentes. Pero, por otro lado, los coches de última generación vienen equipados cada vez con más elementos susceptibles de reclamar la atención de la persona al volante. O nos concentramos en lo que va sucediendo ante nosotros con el paso de los kilómetros o nos dejamos absorber por cosas ajenas a la conducción. Los flamantes cuadros de instrumentos digitales, que pueden distraer debido a sus múltiples opciones de personalización, no han conseguido superar la facilidad de lectura de la clásica alternativa representada por los relojes analógicos. En cambio, la tecnología head-up display, que visualiza parámetros como la velocidad o la navegación en el parabrisas, resulta un invento genial. Deberíamos ser capaces de elegir las tecnologías que nos convienen para conducir seguros. En la era de la conectividad, no hay duda de que adoptar una pantalla gigantesca se postula como elemento clave para que un automóvil se venda mejor. Pero antes de que tenga más protagonismo el mundo virtual ha llegado el momento de calibrar si nuestros vehículos son un entorno idóneo para combinar una cosa tan vital como la conducción con la distracción informativa.