La reconversión de un país
La UE ha condicionado las ayudas directas a los estados del sur de Europa a que dichas aportaciones se dediquen a invertir en determinados sectores de actividad. Especialmente, sectores relacionados con la tecnología, con la digitalización, el 5G, la sostenibilidad y la energía verde. El llamado plan Next Generation, una especie de plan Marshall europeo, que se ha bautizado también como New Green Deal.
Tiene sentido, a medio y largo plazo, vincular las aportaciones públicas a inversiones productivas, para que evolucionen las estructuras económicas de ciertos estados. Sin embargo, si reconvertir una pequeña región de un país lleva más de una década –recordemos la reconversión minera de Asturias o industrial del País Vasco– , imaginemos el tiempo necesario para reconvertir, no ya un sector, sino la estructura económica de un país entero.
Estamos hablando de veinte años, como mínimo. Y el problema lo tenemos ahora. Se llama crisis económica Covid y va a sumir a la UE en una caída que se moverá entre el -10% y el -15% del PIB. Inédito, nunca visto. El plazo que se va a precisar para convertir las ayudas europeas condicionadas en empleo y en actividad económica estable es demasiado largo para las emergencias monetarias que España va a tener este año. Está muy bien aportar recursos públicos para sectores de futuro, pero lo que no reviste demasiado sentido es pensar que estas contribuciones, por muy oportunas y bienvenidas que sean, no van a solucionar nuestros problemas más inmediatos.
Es como si a un cuñado que se ha quedado sin trabajo y viene a solicitarte dinero, le ofreces pagarle un máster en programación que le ayude a recolocarse al cabo de dos años. Te diré que genial, pero que hasta que acabe el máster, de qué comen sus hijos.
La UE sabe que ese dinero “para comer” se necesita ya y ha decidido aportar esos recursos a través la banca. Llevo semanas defendiendo que toda la liquidez que precisan, a corto plazo y de forma totalmente puntual, las economías tocadas por la Covid no se hagan a través de la banca. Esta es una crisis de economía real que debemos evitar que se convierta en financiera. Considero que la situación actual no es de una crisis económica al uso, sino un estado de excepción temporal que precisa una intervención directa del Banco Central con los estados. No es oportuno canalizar la respiración artificial monetaria a través de los canales habituales por los que circula la sangre de la economía real porque los efectos económicos de una pandemia son parecidos a los de una contienda armada. Esto es un asunto entre estados y bancos centrales. Y nadie más.
Es como si a alguien sin trabajo le pagas un máster en programación para recolocarse al cabo de dos años