Una burbuja que no ha estallado
Cuando Adam Silver, el comisionado de la NBA, cifró en 860 millones de euros el coste que podría tener para la competición no acabar la temporada, la idea de completarla en la denominada burbuja de Orlando, en las instalaciones de Disney World, se vio como un mal menor para unas franquicias que aún tienen en el
un 40% de sus ingresos, sin contar el que se vende principalmente en los días de partido. Había que salvar la fase de playoffs y las finales, aunque para ello fuese necesario sacrificar parte de la temporada regular. Concebidos como espectáculo y experiencia, el reto de los organizadores de la burbuja era conseguir que esos partidos pudiesen también ‘vivirse’ aunque no hubiese público en las gradas. Y lo consiguieron con el seguimiento de la vida en la burbuja, que ha completado la competición con una suerte de televisivo y con el público virtual que sigue en directo los partidos desde casa gracias a unas grandes pantallas instaladas en la pista. Los conductores de las retransmisiones televisivas incluso interactúan en directo con algunos de los espectadores virtuales ilustres –generalmente viejas glorias de la NBA– para completar la experiencia. En Europa, las dos grandes competiciones continentales –Euroleague y Eurocup–, que no completaron la temporada 2019-2020, inician la nueva con el formato habitual y el público en las gradas que permitan las autoridades locales. Se da la paradoja de que en España los seguidores podrán acudir a estos partidos, pero no a los de la ACB.