No hay pasajeros para tanto aeropuerto
El hundimiento de los viajes en avión obliga a repensar estas infraestructuras y reconvertirlas para dar cabida a negocios alternativos
Barcelona
Olviden cualquier imagen que recuerden sobre los aeropuertos de Barajas o El Prat. No hay comparación posible con la actividad de los meses previos a la pandemia. Después de batir récord de viajeros año tras año y alcanzar los 275,2 millones de pasajeros en el 2019, las terminales españolas, como las de todo el mundo a excepción de China, languidecen. La Covid-19 ha dejado medio vacíos aviones y zonas de embarque, con enormes repercusiones para la economía y la necesidad acuciante de repensar el modelo de negocio de una red de infraestructuras que funcionará a medio gas durante años –la asociación mundial de aerolíneas IATA calcula que, en el mejor de los casos, el tráfico aéreo se recuperará a partir del 2024–. No hay pasajeros para tanto aeropuerto en la época del coronavirus.
Mediodía en el área comercial de la T1 en Barcelona. Los 25.000 metros cuadrados de tiendas y restaurantes se quedan más grandes que nunca. Apenas unas decenas de pasajeros mueven sus maletas ante una fila de locales cerrados.
Los taxistas a pie de terminal cuentan que algunos días han de esperar horas antes de recoger un cliente, mientras en el enorme parking hay varias zonas sin un solo coche. Es lo nunca visto. La escena se repite en muchos otros aeropuertos.
La demanda de billetes para volar sigue estancada y Eurocontrol ha rebajado su previsión para la recuperación del tráfico aéreo: el año acabará con un 54% menos de actividad en Europa. En España, la red de 46 aeropuertos de Aena ha perdido un 66% de pasajeros en el primer semestre del año respecto al mismo periodo del 2019, hasta los 43,5 millones de personas. Julio y agosto anotaron caídas de viajeros del 67,9% y el 68,2% respectivamente y de enero a junio la compañía perdió 170,7 millones de euros, frente a las ganancias de 559 millones obtenidas en el primer semestre del año pasado. Los ingresos aeroportuarios registraron una bajada de 796 millones (-59,8%), mientras que los comerciales e inmobiliarios sufrieron menos, con una disminución de 124,4 millones (-20,5%). En toda Europa, los aeropuertos se arriesgan a dejar de facturar hasta 32.959 millones de euros este año, según datos del Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI en sus siglas en inglés).
Un balance negro al que la industria aérea ha de sumar otra “amenaza”: la diversificación de la oferta en el tren de alta velocidad. La llegada del AVE low cost francés Ouigo a España abriría una etapa de billetes de tren más baratos contra los que el avión tendrá que competir. En Francia, más de lo mismo. El Gobierno de Emmanuel Macron recomendó a Air France suprimir los vuelos domésticos en trayectos que se puedan realizar en tren en menos de dos horas y media cuando se aprobó el rescate estatal a la aerolínea por un valor de 7.000 millones de euros. Movimientos tectónicos que dejan a los aeropuertos medianos y pequeños ante un futuro más incierto si cabe.
Con todo, Aena defiende que el conjunto de su red es viable y, al menos de momento, no se plantean cierres. “La red de aeropuertos constituye un valor en sí misma, los aeropuertos se complementan unos a otros y prestan servicio a sus territorios cumpliendo muy diversas funciones”, insisten fuentes de la compañía que preside Maurici Lucena. El gestor aeroportuario siempre ha destacado su