Un dulce con origen en España
El grupo de rock creó una cláusula en los contratos musicales que lleva su nombre y es objeto de estudio
Piergiorgio M. Sandri
El grupo de rock Van Halen, cuyo guitarrista Eddie Van Halen falleció esta semana, ha dejado en herencia canciones que son clásicos de la música, más de 90 millones de discos vendidos en EE.UU. y también un modelo contractual que es objeto de estudio en las escuelas de negocios. ¿Cómo?
Las estrellas acostumbran a tener caprichos. Plantean exigencias a menudo estrambóticas como condición para actuar. Gracias a una intuición genial que parece la enésima pretensión infantil típica de los artistas que pisotean los escenarios, Van Halen creó un mecanismo que ha pasado a la historia como la llamada “cláusula Van Halen”.
Tras el exitazo del tema Jump,! el grupo empezó una gira triunfal y fueron de los primeros que concibieron el concierto como un gran espectáculo. La puesta en marcha del escenario era una tarea titánica. Había que especificar dónde colocar las luces, los enchufes, etcétera, como garantía de seguridad de una macroproducción musical en estadios y en espacios con miles de personas.
El contrato tenía unas 50 páginas y unas 500 cláusulas. Una de ellas, conocida como la 126, exigía que en el backstage hubiera un bol lleno de M&Ms, pero sin las pastillas de color marrón. Si no se cumplía, Van Halen podía dejar de actuar y embolsarse el dinero. ¿Una excentricidad? En absoluto.
La idea era que si había un descuido con los chocolates de color marrón también podría haber otros más importantes: era la prueba de que una de las partes no se había leído el contrato con detalle y que tampoco el resto se ejecutaría bien. Cosa que una vez ocurrió en América Latina. Al ver los M&Ms marrones por las instalaciones, David Lee Roth, el solista del grupo, enfureció, destrozó el camerino y provocó daños por valor de miles de euros.
Los expertos en gestión creen que el sistema puede tener utilidad si se replica a otros ámbitos. Tal co
Cláusulas
El contrato entre Van Halen y los organizadores estaba compuesto por más de 50 páginas y 500 cláusulas mo escribió Manuel Conthe, expresidente de la CNMV, “era una fórmula muy inteligente para detectar con rapidez el rigor profesional de las empresas que contrataban”. De hecho, el razonamiento se puede aplicar a la redacción de un largo documento que tenga faltas de ortografía: ¿qué garantías hay de que el texto no tenga otros fallos más graves? O en una extensa conversación telefónica, ¿qué podemos esperar si el interlocutor al final no recuerda el nombre de la persona con quien estaba hablando?
“Para entender esta cláusula, hay que remontarse al contexto de la época, la de los primeros años 80 del siglo pasado. Van Halen fueron pioneros de los grandes shows musicales y se encargaban de todo. Hoy no es tan necesario, en gran parte porque el montaje se externaliza. Los niveles de seguridad han aumentado mucho y los escenarios en la actualidad son bastante estándar y se usan en distintas ocasiones, con lo que los artistas ahora solo se llevan lo mínimo y sus instrumentos”, comenta un abogado que ha asesorado a músicos de la escena musical barcelonesa.
“Las relaciones hoy son menos formales, a veces todo se cierra con un intercambios de watsaps por teléfono sin contratos”, cuenta un promotor musical de varios artistas en España. “Lo que no ha cambiado son los caprichos. Una vez un cantante pidió en su camerino una botella de ron de 50 euros. Cuando llegó el día me preguntó si le había comprado el whisky. Yo le dije que él me había pedido ron. Al final fue él mismo quien sacó su propio whisky. Creo que fue, a su manera, un tipo de cláusula Van Halen...”.
El empresario Forrest Mars, (hijo del fundador de la compañía Mars) estuvo en España durante la Guerra Civil. Vio como los soldados comían chocolate cubierto por una capa de azúcar duro, de modo que no se derretía. Tras la guerra, montó un negocio con Bruce Murrie aplicando este principio. De ambos apellidos nacieron las M&M’s.