La recuperación será fuerte y fugaz
Tristeza, incertidumbre, inseguridad… La ciudad de Nueva York presenta una postal irreconocible. Las calles están prácticamente desiertas, muy lejos de su bullicio habitual, y los comercios, vacíos. Numerosos carteles con un For rent se ven por todos los barrios y láminas de madera cubren los escaparates de negocios cerrados. Los restaurantes son como puestos de feria tratando de mantener el negocio a flote gracias a las estufas exteriores. La crisis sanitaria que atravesamos está llenando los bolsillos de los inversores de Wall Street, pero golpeando con dureza a las clases más humildes y al turismo y la restauración. Los estímulos monetarios de los bancos centrales han reducido el coste de la financiación de las empresas y, en general, han conseguido mantener la actividad económica a flote, pero de poco han servido para los más necesitados y se han hecho más evidentes las grandes desigualdades sociales que persisten en el país.
Las ayudas del Gobierno a las familias han sido muy importantes, aunque se han quedado cortas en una crisis que está arrastrando al paro a más de 800.000 trabajadores, mucho más que la ocupación que destruyó la crisis inmobiliaria del 2008. Las administraciones, con más gastos que nunca y con unos ingresos menguantes, se ven obligadas a realizar recortes que no hacen más que agravar la situación social y laboral de numerosos ciudadanos.
¿Cuán veloz será la vacuna para retornarnos a la normalidad? ¿Cuánto tardarán los turistas en volver y los restaurantes en abrir? ¿Seguirán la Reserva Federal y otros bancos centrales imprimiendo dinero sin consecuencias para la economía? Es difícil responder. Un virus de este tipo aparece solo cada cien años o más y pocos datos tenemos de la gripe española de 1918. Aquel episodio similar fue recogido de forma insuficiente y nos faltan numerosos detalles de qué pasó y cómo afectó a la economía. La atención la acabó atrayendo la Primera Guerra Mundial, que estaba en su etapa final.
Lo que sí sabemos es que el proceso de vacunación será algo lento pero efectivo y que la normalidad llegará a finales del 2021. Entonces, aunque se mantendrán las compras online, restaurantes y hoteles volverán a llenarse como antes. De esto no me cabe ninguna duda porque el ser humano necesita socializarse, e incluso se invertirá en nuevos establecimientos. Las vacaciones son un premio al trabajo y las calles de Nueva York y las playas de España volverán a acoger turistas, que con el paso del tiempo serán tantos o más que antes. Las bolsas mundiales deberán afrontar el riesgo de una inflación futura y, en algún momento, del endurecimiento de la política monetaria y la reducción del balance de los bancos centrales. La crisis nos va a dejar unos estados más endeudados y, tras el empujón económico derivado de la vacunación masiva, llegará una ralentización de la actividad y un crecimiento económico global muy moderado. Pero eso será ya a partir del 2022.