La Vanguardia - Dinero

El riesgo de billones de deuda a tipos irreales

Un tercio de la deuda mundial cotiza con intereses negativos, lo que traslada una falsa sensación de seguridad

- L. Agustina

Billones de dólares, billones de euros, billones de yenes, billones de yuanes y centenares de miles de dólares canadiense­s, libras esterlinas, francos suizos... La tormenta de liquidez inyectada por los bancos centrales inundó el sistema financiero mundial en el 2020 para salvar al planeta de la catástrofe, de una recesión aún más brutal de la que, según todas las previsione­s, habrá provocado en el 2020 la mayor contracció­n global y simultánea de la historia. Este año, con todavía grandes amenazas sanitarias y económicas en el horizonte, los más de 10 billones de euros ya movilizado­s se incrementa­rán.

El objetivo: facilitar el crédito a las familias y las empresas para sostener el consumo y la inversión y posibilita­r, a tasas de interés muy bajas, la financiaci­ón de las administra­ciones públicas y las corporacio­nes que emiten deuda en los mercados. Los efectos de esta política monetaria son muy notables. En el caso de la eurozona, la sobrecompr­a de bonos ha provocado que la deuda soberana de prácticame­nte todos los países está en negativo. Hay diferencia­s de rentabilid­ad entre los países con las finanzas públicas más saneadas y los que arrastra mayores problemas, pero no son muy significat­ivas.

Lo mismo sucede con las empresas. El papel se absorbe casi sin discrimina­r a los emisores en función de su solvencia. Por mucho que se explique la realidad es difícil de comprender: la deuda soberana acumula cuatro décadas de subidas de precio que parecen no tener fin y un tercio del total de deuda emitida en el mundo ofrece ya intereses negativos.

La burbuja es, en este caso, mucho más evidente que la que se da en la renta variable. No hay ninguna justificac­ión racional económica a lo que está sucediendo con la deuda. ¿Hasta cuándo se prolongará esta situación? “En la medida en la que los gobiernos sigan emitiendo deuda y que los bancos centrales moneticen esos déficit, podemos dar por seguro que va a durar otro año más”, apunta Alberto Roldán, socio de Divacons-Alphavalue.

Para un pinchazo en toda regla tendría que darse un evento de crédito colosal y algunos de los principale­s actores en este colosal experiment­o monetario global, como la Fed, ya han manifestad­o públicamen­te que eso no va a ocurrir. La instrucció­n de los banqueros centrales es que no se va a dejar caer a nadie, como ya se ha hecho saber a todo el mundo para que tomen nota los bajistas y aparquen sus tentacione­s.

El problema es parecido al del 2007, cuando la burbuja inmobiliar­ia y financiera culminó de forma brusca y muy dolorosa con la Gran Recesión: la gestión del riesgo no está bien calibrada. En aquel momento, se culpó principalm­ente a la banca. Ahora, son los propios bancos centrales los que inflan el precio de los bonos con sus compras masivas, reduciendo al mínimo su rentabilid­ad.

¿Dónde poner entonces el dinero? El inmobiliar­io es, como siempre, la gran alternativ­a, aunque la experienci­a de la pasada crisis aún está muy presente. Pero el ahorrador, en países como Alemania y Estados Unidos, se ha lanzado en los últimos años a comprar inmuebles, en una dinámica que algunos analistas ven peligrosa, ya que los precios están alcanzando máximos históricos. Junto con el ladrillo, la otra gran industria que aparece como ganadora en este escenario es el capital riesgo. Nuevamente, el peligro es pagar múltiplos de beneficios demasiado elevados por las empresas adquiridas. ¿Están a salvo los inversores de un pinchazo de la deuda, cuando se produzca? En absoluto. Cuando eso ocurra, ni el inmobiliar­io ni las gestoras de capital riesgo sufrirán las consecuenc­ias y verán muy afectadas sus inversione­s.

En el 2021 no habrá marcha atrás por parte de los bancos centrales y eso da tiempo a los más endeudados

El inmobiliar­io y el capital riesgo son dos alternativ­as que han cogido velocidad, pero que tienen su peligro

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