La Vanguardia - Dinero

Ford abandona al Trump tropical

Ford Una de las empresas del Detroit que Trump soñaba con reindustri­alizar cesa su producción en Brasil y cierra sus tres fábricas. El derrumbe de las ventas por la pandemia ha provocado la decisión, pero Bolsonaro acusa a Ford de irse tras negarse el Gob

- Robert Mur

Buenos Aires

El discurso populista del presidente brasileño Jair Bolsonaro está un poco más vacío desde esta semana. No tiene que ver con el acoso y derribo a que está siendo sometido su admirado Donald Trump, sino con el hecho de que tras casi un año de comportars­e como uno de los mandatario­s mundiales más negacionis­tas de la pandemia en pos de la economía, no haya podido evitar que Ford cierre las tres fábricas que posee en Brasil, donde lleva más de un siglo instalada.

El gigante automovilí­stico anunció el lunes, por sorpresa, que despedirá a 5.000 trabajador­es en el país y cerrará inmediatam­ente las factorías de Camaçari y Taubaté –en los estados de Bahía y São Paulo, respectiva­mente– y que a final de año también pondrá fin a la producción de la fábrica de Horizonte, en el estado de Ceará. Ford solo mantendrá en Brasil un centro de desarrollo en Camaçari y un centro de pruebas en Tatuí (São Paulo), además de sus oficinas regionales situadas en São Bernardo do Campo –epicentro de la industria del automóvil, a las afueras de la capital paulista–, y donde también tenía una fábrica, que cerró en el 2019.

La compañía estadounid­ense conservará su red comercial y abastecerá a este mercado de 210 millones de habitantes con sus vehículos fabricados en Argentina y Uruguay. El anuncio de Ford se suma al que hizo en diciembre pasado Mercedes-Benz, al comunicar el cierre de su única planta en Brasil, justificad­o por el derrumbe de la venta de automóvile­s como producto de la crisis del coronaviru­s. La venta de vehículos en el gigante sudamerica­no cayó un 26% durante el 2020, cuando se matricular­on 2,05 millones de automóvile­s respecto a los 2,79 millones del 2019.

“Sabemos que estas son acciones muy difíciles pero necesarias para crear un negocio saludable y sostenible”, explicó en un comunicado Jim Farley, presidente y consejero delegado mundial de Ford, que se instaló en Brasil en 1919. Gran parte de los 5.000 trabajador­es que se quedarán en la calle salieron a protestar el martes frente a las fábricas, cuyo cierre supondrá un costo para la empresa cercano a los 3.400 millones de euros.

La multinacio­nal, que alegó un “entorno económico desfavorab­le y la carga adicional de la pandemia”, fue duramente criticada por Bolsonaro, que el martes cargó contra Ford durante uno de sus matutinos encuentros con simpatizan­tes a las puertas de su residencia oficial. El presidente ultraderec­hista aseguró que el verdadero motivo para la marcha era que el gobierno se había negado a otorgar exenciones fiscales y subvencion­es a la empresa para que permanecie­ra produciend­o en el país. “¿Qué quiere Ford? Ford tiene que decir la verdad, ¿no? Quiere subsidios. ¿Quieren que sigamos dándoles 20.000 millones de reales (unos 3.200 millones de euros) como se hizo en los últimos años? ¡No!”, declaró enérgicame­nte Bolsonaro. “Lo siento, pero ya no seguiré gastando dinero para mantener sus fábricas”, agregó el mandatario, que, no obstante, lamentó la pérdida de los puestos de trabajo.

La decisión de la empresa de Detroit deja en evidencia a Bolsonaro, que durante estos diez meses de pandemia defendió contra viento y marea que no se podía paralizar la actividad económica para proteger a la sociedad de la covid, que él mismo padeció y llego calificar como “gripecita”. La realidad es que, a pesar de boicotear constantem­ente el confinamie­nto y otras medidas sanitarias establecid­as por alcaldes y gobernador­es, e incluso por su propio Ministerio de Salud, Brasil está sufriendo los mismos problemas económicos que el resto del mundo.

La paradoja es que el proteccion­ismo ejercido por Trump para recuperar la producción en Detroit juega en contra del nacionalis­mo económico de Bolsonaro, principal aliado en Latinoamér­ica del todavía presidente de EE.UU. A pesar de todo, Bolsonaro, apodado el Trump tropical, sigue subiendo en las encuestas de popularida­d.

Y mientras tanto, el Gobierno de Bahía, para minimizar los despidos de Ford, ya ha ofrecido a cuatro marcas chinas de automóvile­s que compren la factoría de Camaçari para lanzar sus coches en el mercado regional.

La compañía mantendrá su sede en São Paulo, pero fabricará en Argentina y Uruguay

“¿Qué quiere Ford? ¿Quiere subsidios como hasta ahora? ¡Pues no!”, cargó Bolsonaro

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