Algunos retos para Europa en este 2021
La Comisión Europea confirmó recientemente el aciago año finalizado, con la peor crisis económica y sanitaria vivida desde la Segunda Guerra Mundial. La inesperada pandemia asociada al coronavirus justificaba así unas previsiones en el 2020 que incluyen un desplome del PIB cercano al 8% para la eurozona, un déficit público equivalente al 8,8% del PIB y una deuda pública superior al 100%. Cifras imposibles de imaginar no hace mucho, teniendo en cuenta que el 2019 cerraba con un avance del 1,2% en PIB, modesto pero positivo, y cuentas públicas mucho más saneadas en términos agregados, con déficit público del 0,6% y deuda pública del 85,9%.
El año 2020 no solo fue aciago en términos económicos y sanitarios para la UE. Será también recordado por la salida efectiva del Reino Unido tras el referéndum celebrado hace casi cinco años e innumerables negociaciones. Se trata de un abandono inédito en la historia del club comunitario, y además no de un miembro cualquiera, ya que hasta su partida el Reino Unido era la segunda mayor economía de la Unión, solo superada por la de Alemania.
Alemania fue justo el país al frente de la presidencia de turno de la UE en la segunda mitad del 2020, superando el examen con nota. Junto a ese divorcio amistoso, casi en el último momento y con el mantenimiento de una relación comercial preferencial, se puso además en marcha un fondo de recuperación de 750.000 millones de euros que incluye, por primera vez, subvenciones a fondo perdido y desembolso condicionado al respeto al Estado de derecho. Y tampoco pasamos por alto el reciente acuerdo de inversiones con China y la acción coordinada para la llegada de la vacuna, iniciándose el plan de inmunización prácticamente al unísono en Europa.
Los retos que afrontamos son gigantes, y el año 2021 comienza con Portugal en la presidencia rotatoria. Su lema es “Tiempo de actuar”, y con ello se busca la recuperación económica en un entorno verde, digital y más justo, con tres prioridades.
La primera sería la promoción de la recuperación económica, anclada a la transición climática y digital. Para ello es imprescindible un plan eficaz de vacunación que permita el normal funcionamiento del mercado interior. Aquí entran en juego los planes nacionales de recuperación y la rapidez de las autoridades comunitarias en autorizar los desembolsos. Esta transición se basará en la sostenibilidad con la reciente aprobación de la ley del Clima que, con un objetivo de neutralidad energética en el 2050, estará sujeta a la innovación y el impulso digital.
La segunda gran prioridad es la cohesión social, con la implementación del pilar europeo en materia de derechos sociales. La presidencia pondrá especial énfasis en el apoyo al empleo, competencias profesionales y protección social. Por último, la defensa de nuestros intereses, con el desarrollo de las políticas de industria, comercio y competitividad sin descuidar la promoción de la multilateralidad.
En resumen, las dificultades son enormes para Europa, pero la predisposición a superarlas es mayor. Con algo de suerte y coordinación, el 2021 acabará con un PIB del 4,9%, todavía a medio camino de la recuperación, pero en la buena dirección. Buscando un nuevo patrón de crecimiento basado en el desarrollo sostenible y el liderazgo digital.