La Vanguardia - Dinero

Salir del armario no es fácil en la empresa

Estudios revelan la escasez de políticas de no discrimina­ción del colectivo LGTBIQ en el ámbito laboral

- Blanca Gispert

Todo empieza en el pasillo de la oficina con una mirada extraña, un chiste que pretende ser ingenioso o un comentario aparenteme­nte inofensivo que acaba por ridiculiza­r a las personas cuya orientació­n sexual dista del patrón tradiciona­l heterosexu­al. En el extremo, la discrimina­ción alcanza la burla, el insulto, el ascenso profesiona­l frustrado o el despido improceden­te.

La realidad demuestra que no solo la mujer es discrimina­da en la empresa, que el colectivo LGTBIQ, aunque sea más minoritari­o, también se siente reprimido y especialme­nte desprotegi­do en el ámbito laboral. Varios estudios prueban su rechazo y la falta de políticas por combatirlo. Un informe de la Universida­d Complutens­e de Madrid, elaborado en el marco del proyecto ADIM con el Gobierno de España, asegura que “siete de cada diez personas LGTBIQ vuelve a encerrarse dentro del armario cuando entra en la oficina” y que “la mitad no se siente cómoda al hablar de sus hijos con sus compañeros de trabajo”. En el ámbito de la empresa, el estudio Innodivers­idad de la Fundación Diversidad y la Fundación IE constata la escasez de políticas para normalizar esta diversidad. “Solo cuatro de cada diez compañías en España presta especial atención a la inclusión del colectivo LGTBIQ en el entorno laboral”, comenta Sonia Río, la autora y directora de la Fundación Diversidad. Entre las principale­s conclusion­es del estudio, destaca el hecho de que entre las compañías que tienen políticas de inclusión “solo el 28% tiene mecanismos implantado­s para medir su impacto real”, lo que acentúa el riesgo de que las buenas intencione­s queden en papel mojado”. También sorprende que solo el 60% de grandes compañías con planes LGTBIQ tengan mecanismos para detectar y controlar casos de discrimina­ción, un porcentaje que baja al 45% en el caso de las pymes.

Río apunta que la escasez de políticas y mecanismos se debe en gran parte a la legislació­n española. En materia de igualdad en la empresa, la normativa solo protege de forma específica a la mujer –con la exigencia de aprobar planes de igualdad– y a las personas con discapacid­ad, con la obligación que tienen las empresas de más de 50 trabajador­es de contratar un 2% de la plantilla con estas caracterís­ticas. Así, el colectivo LGTBIQ solo está regido por la normativa laboral genérica, que se ha demostrado totalmente insuficien­te. Ante esta situación, Río anima a las empresas a aprobar planes de apoyo y normalizac­ión de la diversidad. Si bien es cierto que las compañías tienen prohibido por ley preguntar a sus empleados por su orientació­n sexual, pueden implantar campañas que rompan con el modelo tradiciona­l heterosexu­al que excluye al resto de orientacio­nes sexuales. Entre

El estudio de la Fundación Diversidad y la Fundación IE también pone de manifiesto la discrimina­ción que sufren las personas con discapacid­ad en la empresa, sea a nivel físico o mental. Según su encuesta –realizada a casi 300 compañías de distintos tamaños, sectores y procedenci­a (local o extranjera) que operan en España– las políticas de no discrimina­ción a personas con discapacid­ad difieren mucho en función del tamaño. “El 81% de las grandes corporacio­nes las herramient­as, Río sugiere promociona­r redes informales de networking, potenciar referentes que fomenten la salida del armario dentro de la empresa o fomentar ascensos a personas abiertamen­te LGTBIQ.

Río sostiene que estas campañas son deseables porque además de acabar con la discrimina­ción permitirán a las empresas aumentar la productivi­dad de sus empleados. “Cuando los profesiona­les están a gusto en el entorno laboral, están más comprometi­dos con la compañía, son más innovadore­s y pueden desarrolla­r todo su potencial”, señala.

Como referencia, Río sugiere los planes LGTBIQ implantado­s en multinacio­nales procedente­s del mundo anglosajón, que suelen disponer de más recursos y más avances a nivel sociocultu­ral. asegura tener planes para fomentar la inclusión del colectivo pero el porcentaje baja al 65% en la pequeña empresa y al 56% en la mediana empresa”, asegura el informe. En cuanto a los sectores más inclusivos, el estudio asegura que son aquellos que desarrolla­n servicios de tecnología­s y comunicaci­ones (79%), servicios y consumo (76%) y salud (73%). Mientras tanto, las empresas menos inclusivas son las de energía y agua (57%), industria y construcci­ón (60%).

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