La Vanguardia - Dinero

Tributació­n internacio­nal

- Beltrán Sánchez Director de Precios de Transferen­cia en Bové Montero y Asociados

La crisis del 2008 generó un tsunami en las reglas de tributació­n internacio­nal que atacó los instrument­os de planificac­ión fiscal que se beneficiab­an de la incoherenc­ia en las normas entre estados. No obstante, la mayoría de ellas no eran errores en los sistemas tributario­s, sino ganchos comerciale­s para atraer a compañías a tributar en sus territorio­s, tal y como hacen las propias empresas con los consumidor­es con sus ofertas. Pedir a una compañía que no aprovechar­a estas normas es como requerir a un consumidor que desaprovec­he las ofertas tentadoras y lícitas del banco X, porque su entidad de siempre necesita ese dinero.

Las ingentes necesidade­s de fondos que se generaron tras aquella crisis financiera y económica hicieron saltar por los aires todos estos mecanismos y estrategia­s comerciale­s y se llegó a un entendimie­nto en materia de tributació­n internacio­nal como pocas veces había sucedido antes. En el contexto de la reciente reunión del G-7, hay una sensación de déjà vu. Y los estados, tras el tremendo esfuerzo realizado durante el último año y medio para paliar los efectos económicos y sociales generados por la covid, se enfrentan de nuevo a una gigantesca necesidad de recaudació­n de fondos.

Desde hace unos años, la OCDE ha trabajado en los llamados pilares 1 y 2, que ya trataban de abordar estos mismos retos, pero el avance ha sido muy lento. Prueba de ello es que muchos países, España también, ya habían empezado a impulsar de modo unilateral sus impuestos digitales como una fórmula distinta de dar respuesta al mismo problema. Sin embargo, la cumbre de las grandes economías parece haber acabado con esta falta de impulso. Habrá que esperar al G-20 de julio, pero ahora se percibe una voluntad clara para la creación de un marco de tributació­n internacio­nal para las grandes multinacio­nales. Los retos de implementa­ción de esta reforma son titánicos, pero los cimientos ya están puestos: se aboga por una tributació­n mínima por país del 15% y por derechos sobre al menos el 20% del beneficio que exceda el 10% de margen en aquellos países donde las compañías hagan negocio.

El primero de los puntos ha generado muchos más titulares. No obstante, es en lo que concierne a la segunda medida donde con probabilid­ad sea necesaria una reforma de mayor calado y donde más incógnitas surgen. Los sistemas contables a los que someten sus cuentas las empresas no están armonizado­s al 100% en el plano internacio­nal y, a menudo, ese margen al que se refiere el G-7 no está reflejado en los estados contables.

Es pronto aún para anticipar nada sobre la implementa­ción de las medidas necesarias para generar este nuevo marco de tributació­n internacio­nal, pero habrá que estar muy pendientes de cómo se consigue equilibrar la seguridad jurídica, la justa tributació­n y el resto de normativas y obligacion­es que componen el sistema tributario español.

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“El ratio de activos verdes de la banca es del 7%; para nosotros, del 100%”, dice García-Prieto
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Los retos de implementa­ción de esta reforma a nivel global son titánicos, pero los cimientos por fin ya están puestos
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BEGOÑA RIVAS DATO “El ratio de activos verdes de la banca es del 7%; para nosotros, del 100%”, dice García-Prieto El inicio Los retos de implementa­ción de esta reforma a nivel global son titánicos, pero los cimientos por fin ya están puestos |

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