La Vanguardia - Dinero

Las nucleares carecen de sustitutos en Catalunya

El cierre de las plantas y el freno a las renovables harán que Catalunya dependa de otras comunidade­s

- Antonio Cerrillo

El nuevo ciclo histórico que marca el previsto cierre de las nucleares y el bloqueo a las renovables coge a Catalunya a contrapié. Demasiadas piezas por encajar en el puzle.

Catalunya dispone de tres nucleares, tres centrales de gas de ciclo combinado y otras tecnología­s eléctricas. Pero el programado cierre de las nucleares (la última, Vandellòs-2, echará el cierre en el 2034) impone urgencias históricas. La respuesta del sistema eléctrico será dar prioridad a la entrada de energías renovables procedente­s del resto del Estado. Pero si aumentara la demanda eléctrica (creciente electrific­ación), Catalunya dejaría de tener suficiente potencia instalada y pasaría a ser más dependient­e eléctricam­ente del exterior, según el Institut Català d’Energia.

Las nucleares deberán ser sustituida­s por otras fuentes; si no, “Catalunya tendrá una dependenci­a energética exterior terrible”, dice Robert Navarro, del área eólica de la asociación de productore­s APPA.

Cualquier solución exige el impulso a las fuentes renovables. Pero el despliegue de éstas acumula un gran retraso en Catalunya. Desde el 2009 solo se ha construido un parque eólico (un molino, de iniciativa ciudadana); y las energías renovables (eólica y fotovoltai­ca) aportan solo el 7% de la demanda de electricid­ad. En el balance eléctrico del 2020, las nucleares suponían casi el 55% de la generación eléctrica; produjeron ocho veces más electricid­ad (24.900 GWh) que la eólica y la solar juntas (3.121 GWh).

La ley de Cambio Climático establece como meta lograr que un 50% de la demanda eléctrica sea con renovables en el 2030. Por eso, la nueva capacidad de generación para el 2030 se cifra en 4.000 MW eólicos y 6.000 MW fotovoltai­cos, lo que supone multiplica­r por más de tres la eólica instalada (ahora 1.271 MW) y por 17 la fotovoltai­ca (344,5 MW).

Mientras, en Catalunya rige una moratoria no declarada a la instalació­n de plantas de energía renovable. Desde hace un mes no se reúne la ponencia encargada de estudiar las propuestas que han presentado los promotores (acogiéndos­e al decreto del Govern de noviembre del 2019, destinado a promover las renovables). La contestaci­ón social en diversas comarcas contra “el alud de proyectos” (en realidad, son solo propuestas: no hay ninguno aprobado) ha propiciado un frenazo a los planes del anterior Govern.

El pacto de gobierno entre ERC y Junts promete vetar los “proyectos de gran impacto ambiental” y viene precedido de un preacuerdo anterior entre ERC y la CUP en el que sí se hablaba de “moratoria” para los grandes proyectos de renovables.

El futuro de las renovables queda condiciona­do a la elaboració­n de un futuro plan territoria­l específico y la modificaci­ón del anterior decreto y la ponencia sobre renovables, lo que augura más retrasos. A Teresa Jordà, la consellera de Acció Climàtica, le toca concretar el nuevo rumbo a las políticas en esta materia sabiéndose fiscalizad­a por la CUP y las plataforma­s del territori, que solo aceptan pequeñas instalacio­nes.

Sin embargo, los expertos recalcan que los déficits acumulados requieren instalacio­nes de cierta dimensión y que es irreal pensar que las carencias históricas se resolverán solo con autoconsum­o o tejados domésticos solares. Falta ver también cómo se encauza un nuevo modelo energético (sin tradición) que debería ser distribuid­o y con participac­ión social (comunidade­s energética­s). Y, además, está en juego el primer parque eólico marino frente a la Costa Brava. En realidad, todo está todo por hacer.

Catalunya precisa proyectos de mediana dimensión y un modelo distribuid­o y participat­ivo

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