La agricultura del cambio climático
El modelo agroalimentario regenerativo, que recupera la salud del suelo, es viable económicamente
Una vieja finca agraria abandonada de Girona ha sido el escenario escogido por el Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (Creaf) para demostrar la viabilidad económica y ambiental de la agricultura regenerativa, también conocida como la agricultura del cambio climático por su poder de captación de gases de efecto invernadero.
Es una finca atípica, en la que los animales campan a sus anchas y en la que no existen las malas hierbas porque todas son buenas. Fue abandonada por no ser lo suficientemente productiva con las técnicas de la agricultura convencional, pero un equipo del Creaf ha demostrado que lo que fallaba no era el terreno sino cómo se cultivaba.
La agricultura regenerativa se centra en recuperar la fertilidad y la calidad del suelo de forma natural, sin fertilizantes de síntesis. En tres años la materia orgánica del suelo de la finca piloto del Creaf se ha multiplicado por dos, y la capacidad de retener agua ha aumentado hasta un 20%. “Se trata de optimizar los procesos y los recursos y de buscar la mínima dependencia de insumos externos”, señala el coordinador del proyecto e investigador del Creaf, Marc Gràcia. “Es más una inversión en tiempo y conocimiento que en infraestructuras o maquinaria, a diferencia del modelo agrario actual, que funciona a base de inyectar grandes cantidades de insumos”, añade el experto.
En países como Estados Unidos o Australia, este modelo de producción está más implantado. En un simposio sobre viticultura regenerativa organizada por la Familia Torres, James Sweetapple, viticultor, enólogo y propietario de Cargo Road Wines (Australia), destacó que la agricultura regenerativa, que adoptó hace diez años, le ha permitido “aumentar la producción en un 11,24% a pesar de que el país estaba atravesando la peor sequía en 100 años”.
En la jornada de Torres, Allan Savory, ecólogo impulsor del manejo holístico y presidente y fundador del Savory Institute, explicó los resultados de un estudio de la Universidad Estatal de Ohio sobre los primeros granjeros a los que el propio experto formó a su llegada al país: “En aquel momento, en Estados Unidos, hubo más de 600.000 familias granjeras que quebraron, mientras que quienes adoptaron este tipo de gestión habían conseguido aumentar sus beneficios en un 300% de media”.
Es un sistema rentable para el agricultor, pero sobre todo para el conjunto del planeta, no solo por su poder para conservar la biodiversidad del suelo, sino también por ser neutro en emisiones de gases de efecto invernadero. Estas se ven reducidas al no usar pesticidas ni fertilizantes químicos y al reducir el uso de maquinaria, mientras que las que se generan son compensadas al recuperar el suelo su capacidad de almacenamiento de carbono.
Los resultados obtenidos por el Creaf apuntan que si toda la superficie agraria y de pastizales de Catalunya hiciera una transición al modelo regenerativo, se compensarían completamente las emisiones anuales de dióxido de carbono (CO ) del sector agrícola catalán. Se estima que, en la actualidad, el sector es responsable del 12% de las emisiones de CO , principal gas causante del calentamiento global.
En el simposio de Torres, la directora general de Agricultura i Ramaderia de la Generalitat de Catalunya, Elisenda Guillaumes, aseguró que “el futuro será regenerativo o no será” y anunció que el departamento “acompañará a los ganaderos y agricultores en esta transformación”.