España crece, pero se vacía
En los últimos 60 años, la población española ha crecido enormemente. Si en el año 1960 se censaron 30,6 millones de habitantes, en el año 2019 ya eran 47,3 millones. Un aumento demográfico del 55%. En paralelo hubo una gran movilidad del centro y del norte del país hacia la costa mediterránea y Madrid. Catalunya llegó a los 7,8 millones de habitantes, creciendo el 98%, y Madrid, que en el año 1960 tenía 2,6 millones de habitantes, en el 2019 ya llegó a 6,8 millones, un aumento del 162%. En la última década, del 2010 al 2019, el crecimiento demográfico se estancó, en cambio el vaciado del interior y el norte de la Península se aceleró. La evolución reviste gravedad. En estos diez años el 76,6% de los municipios españoles han perdido población, y entre ellos, más de la mitad son capitales de provincia. Desde 1960, 23 provincias de Castilla y León, Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura, Galicia, Andalucía y La Rioja, lo que se llama la España vaciada, han perdido en torno a la mitad de su peso demográfico, económico y laboral.
En el ámbito económico, la voluntad centralista del Estado ha llevado a la concentración del poder político, económico, financiero y mediático en Madrid, vaciando parte del potencial humano del resto del Estado. El año 1980, Madrid tenía un 14,8% del PIB español, y el año 2019 ha llegar ya al 19,3%. El peso de Catalunya durante estos años se ha mantenido fijo en un 19% del PIB, lo que quiere decir que el crecimiento de Madrid –ciudad y Comunidad– ha sido a costa de la pérdida de peso económico de la mayoría de las comunidades españolas.
¿Cuál tiene que ser el futuro modelo territorial español? ¿Se tiene que seguir concentrando todo en la capital? En la UE hay varios modelos territoriales, de los que destacaría el modelo centralista francés y el modelo descentralizado alemán. París tiene 12,1 millones de habitantes y un 31% del PIB de Francia. Berlín tiene 3,7 millones de habitantes y un 4,6% del PIB alemán. Todo parece indicar que Madrid aspira a seguir el modelo de París. Quiere ser el gran centro donde se produce y se decide todo. El centralismo lo tiene claro, el Gran Madrid es un proyecto de Estado que cree que “Madrid es España dentro de España” y que el resto es periferia.
Este empobrecimiento demográfico, económico y político de buena parte del territorio tiene consecuencias. El despoblamiento de pueblos y ciudades por falta de servicios y oportunidades empuja a los jóvenes a emigrar, lo que lleva pérdida de potencial humano, descenso de la natalidad, envejecimiento de la población y de la cohesión social de los que permanecen. Abandonar las áreas rurales, el campo y las ciudades que lo rodean lleva al desastre ecológico y desolación. Se tienen que cambiar estas tendencias empobrecedoras. Hay que aprovechar las potencialidades de todo el territorio y de sus habitantes. Ahora habrá recursos europeos y nuevas tecnologías que lo pueden facilitar. ¿Habrá voluntad política para hacerlo posible?