La inflación acecha
La inflación ya se sitúa en el 5% en EE.UU. y en el 2% en la Eurozona. A pesar de ello, la Fed y el BCE consideran que el aumento de los precios es transitorio y no estructural. Por lo tanto, no tienen prisa en modificar su actual política de liquidez abundante y tipos bajísimos.
Sorprende que tras un dato de inflación del 5% en mayo la decisión de la Reserva Federal haya sido anunciar que espera una subida de tipos de interés dentro de dos años, en el 2023, manteniendo a su vez las compras mensuales de bonos por importe de 120.000 millones de dólares.
Los bancos centrales desde hace casi una década se creen capaces de ser ellos los que posibiliten el crecimiento económico mediante su política de tipos bajos y abundante liquidez. Como ha reiterado en numerosas ocasiones el Banco de Pagos Internacionales (BIS), los bancos centrales con sus medidas solo pueden ganar tiempo para que cada una de las economías correspondientes acometa las reformas necesarias para facilitar el crecimiento futuro. Creer que el banco central será el que facilite el crecimiento es un craso error. De hecho, la perpetuación de los tipos bajos y la abundante liquidez crea la falsa sensación en los estados de tener garantizada su financiación a tipos ridículos, con independencia del estado de sus cuentas.
Mientras no afloraban presiones inflacionistas, los bancos centrales no tenían excesivos problemas en mantener sus políticas hiperexpansivas. Con la inflación acechando, se enfrentan a una encrucijada: acentuar la represión financiera de los ahorradores o, por el contrario, combatir la inflación con una normalización de sus políticas. De momento han optada por elegir la primera opción. La inflación seguirá por encima de los tipos de interés durante un largo periodo.
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