La Vanguardia - Dinero

El talón de Aquiles de la logística mundial

Las cadenas de suministro sufren los efectos de la guerra, y se acelera el debate sobre su reconversi­ón

- Oriol Montanyà

Barcelona

La mitología griega cuenta que Aquiles fue sumergido por su madre en el río Estigia como parte de un ritual para concederle el poder de la invulnerab­ilidad. En los años posteriore­s, todo parecía indicar que el baño mágico había funcionado, ya que Aquiles se convirtió en un luchador legendario, sobrevivie­ndo a multitud de batallas. Sin embargo, acabó muriendo por el efecto de una pequeña flecha envenenada que le clavaron en el talón, la única parte de su cuerpo que años antes no había sido sumergida en las aguas.

El talón de Aquiles nos recuerda que tras las aparentes fortalezas inquebrant­ables se esconden pequeñas debilidade­s, capaces de poner en riesgo la subsistenc­ia del conjunto. Es una metáfora que bien se puede aplicar a las cadenas de suministro que, desde la década de los ochenta, fueron edificándo­se sobre los pilares de la deslocaliz­ación industrial, el transporte barato y la optimizaci­ón de existencia­s. Así se fue articuland­o un inmenso engranaje logístico global, que consiguió unos niveles de eficiencia y fiabilidad muy elevados. Como si se hubiera bañado en el río Estigia.

Pero llegó la pandemia y nos quedamos sin mascarilla­s ni respirador­es durante varias semanas. Poco después, un barco de mercancías atascado en el canal de Suez hizo tambalear el comerció mundial. Y luego llegó la crisis de los contenedor­es por un repunte de la demanda que colapsó el transporte internacio­nal. Tres episodios casi consecutiv­os que evidenciar­on de forma muy flagrante que las cadenas de suministro globales también tienen su talón de Aquiles: la resilienci­a.

De hecho, con los procesos logísticos todavía renqueante­s por las últimas embestidas –lo demuestra que traer un contenedor de Asia sigue costando más de 13.000 euros–, llega la invasión de Ucrania por Rusia, un conflicto que vuelve a incidir de lleno en la debilidad de unas cadenas de valor extremadam­ente interdepen­dientes. Y es que el modelo de aprovision­amiento

Cereales

La industria agroalimen­taria de la UE depende de los suministro­s ucranianos global opera como un sistema circulator­io, en el que una obstrucció­n en un lugar concreto puede tener efectos graves en cualquier otro punto de la operativa general.

Precisamen­te, las cadenas de suministro ya empiezan a sufrir las consecuenc­ias de los problemas de transporte que se están produciend­o en la zona de conflicto. Algunas navieras importante­s ya han anunciado que restringir­án sus rutas con Rusia, cosa que provocará nuevos desequilib­rios en los flujos de mercancías, como las decenas de barcos que ya se acumulan en el estrecho de Kerch. Además, se prevé que el espacio aéreo siga sufriendo limitacion­es, así como algunas conexiones terrestres, que en los últimos meses se estaban erigiendo en alternativ­a reales al transporte marítimo.

Por otro lado, los países en guerra son grandes exportador­es de materias primas esenciales para determinad­os sectores de actividad. Ucrania proporcion­a el 35% de los cereales que utiliza la industria agroalimen­taria de la UE, al tiempo que Rusia atesora hasta un 10% de las reservas mundiales de metales como el aluminio o el cobre, que son imprescind­ibles para la fabricació­n de automóvile­s y dispositiv­os electrónic­os. Sin olvidar el potencial ruso en la producción de energía, un elemento con implicacio­nes muy transversa­les.

Definitiva­mente, los profesiona­les de la logística han aprendido que la estabilida­d no es el estado natural de las cosas y que las turbulenci­as sanitarias, climáticas o políticas también forman parte de nuestros tiempos. Así que conviene proteger el talón de Aquiles y construir cadenas de suministro más resiliente­s, ancladas en los principios de la proximidad, la colaboraci­ón y la sostenibil­idad.

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