El tirón del vehículo compartido
La industria recupera vigor durante el ejercicio 2021 espoleada por grandes rondas de inversión, el auge del patinete eléctrico y la madurez de la bicicleta
En el paisaje urbano de las principales ciudades europeas cada vez es más habitual ver como transitan vehículos de colores llamativos que pertenecen a empresas del sector de la movilidad compartida, bicis, patinetes, motos... incluso coches.
Esta modalidad de transporte – conocida en inglés como shared mobility– se ha consolidado como una alternativa al transporte público y privado. La ciudadanía ha visto en ella la comodidad de hacer viajes de una sola dirección con una reducida huella ambiental (en la mayoría de las ocasiones, los vehículos son eléctricos) y también valora la versatilidad y la disponibilidad de oferta así como el precio del viaje, menor que el vehículo privado, pero superior al público.
Lo constata el European Shared Mobility Index, elaborado por Fluctuo, que monitorea la evolución de los viajes en vehículos compartidos en 16 ciudades del continente. “El 2021 ha sido un año de crecimiento después del parón que provocó la pandemia durante el 2020”, señala el estudio, que asegura que en septiembre se registró el récord de 25 millones de viajes y que en el cuarto trimestre del año – el más flojo, a causa de las bajas temperaturas– superó en nueve millones de viajes las cifras previas a la crisis sanitaria. (El estudio no publica cifras absolutas de viajes ni de flotas).
Gran parte de este crecimiento se debe al tirón del patinete eléctrico. Tal y como muestra el gráfico, duplicó su presencia en las calles europeas durante el año 2021. Le siguieron, por este orden, la bicicleta con estacionamiento, la bicicleta sin estacionamiento fijo (free float), la motocicleta y, por último, el coche.
“Los resultados van en consonancia con el tiempo que cada modalidad lleva implantada en el mercado. La bicicleta compartida con estacionamiento lleva más de diez años. Por eso es el tipo de vehículo
Principales ciudades con vehículos compartidos que ha crecido menos pese a gozar de una gran implantación”, razona Esther Anaya, investigadora especializada en movilidad urbana en el Imperial College of London.
Anaya añade que por este mismo motivo, el patinete ha crecido a un mayor ritmo, porque es una modalidad más nueva. Incluso en algunas ciudades, como Barcelona, todavía no ha llegado, porque este vehículo debe amoldarse a la normativa.
De hecho, a causa de la disparidad de regulación, el panorama varía con creces en función de la ciudad (ver gráfico). Sumando el conjunto de flota con relación a la cifra de habitantes, las urbes que llevan la delantera son Milán, ciudades nórdicas como Estocolmo u Oslo así como Bruselas y Berlín. “El protagonismo de vehículos de movilidad compartida se explica por varios factores. La regulación es clave, pero también lo es la infraestructura de carriles bici , así como el hábito cultural de utilizar un vehículo u otro”, comenta Anaya.
Las empresas que hay detrás de este sector suelen ser start-ups que empezaron a escala local y que rápidamente han ganado posicionamiento internacional. Parte de ello se debe al proceso de consolidación que vive el sector, es decir, a fusiones y adquisiciones entre estas mismas compañías. Entre las operaciones más sonadas, está la adquisición de Nextbike por parte de Tier, de Emmy por parte de GoTo o de Mimoto por parte de Elbiz.
Estas compañías también crecen gracias a ingentes rondas de capital riesgo. En el 2021, consiguieron levantar 1.200 millones de euros, asegura el informe de Fluctuo. Entre las mayores operaciones, destacaron las de Bolt (600 millones de euros), Lime (462) Tier (177) o Bird (141). Este año, el informe pronostica que estas empresas seguirán sumando récords, tanto de movilidad como de capital riesgo.
La normativa favorable, las infraestructuras y la cultura urbana son claves del avance